El Con demasiada frecuencia leemos o escuchamos en los medios de comunicación noticias sobre violencia de género, en la mayoría de los casos víctimas mortales de agresores sin escrúpulos que entienden la relación afectiva entre hombre y mujer como una relación de propiedad de alguien sobre un objeto. Mucho me temo que esto no va a cambiar mientras no se haga una apuesta clara por una educación emocional dirigida a un manejo adecuado de las emociones y otros eventos internos implicados en todo proceso cuya base sea la afectividad. Pero esa frecuencia de noticias sobre violencia de genero en los medios, precisamente, ha provocado que cada vez sea más el rechazo de la sociedad hacia esa lacra, antes mantenida por una indiferencia cómplice. No ha habido, como en muchas ocasiones se afirma, efecto contagio o efecto imitación por la difusión de las muertes por violencia de género en los medios de comunicación. Es más, creo que de alguna manera, esa labor de los medios de comunicación ha provocado y está provocando un ligero efecto educativo de manera que las víctimas puedan ser conscientes de su situación y así poder hacer frente a la misma. No obstante, no se da esta facilidad informativa con otras situaciones de la vida, como es el caso del suicidio. Así el suicidio es ya la principal causa de muerte no natural en nuestro país, el número de muertos por suicidio en el año 2013 fue de 3870 personas, un número muy considerable que, desde cualquier punto de vista, merece una atención y plantea que algo está mal en nuestra sociedad y que hay que poner medios. El suicidio es una conducta típicamente humana, no observable en ninguna otra especie, por tanto es de suponer que no tenga ningún sustrato biológico que lo justifique y que se fundamente en alguna característica psicológica peculiar del ser humano. Sea como fuere es un problema muy censurado por los medios de comunicación, salvo cuando de alguien famoso se trata, entonces los medios de comunicación sí proporcionan una amplia cobertura y especialmente la prensa rosa, que ya se encarga de esparcir la basura sobre la víctima. No obstante, cuando la víctima carece de ese “aura” que es la fama, los medios suelen ignorar los casos de suicidio, argumentando para dicho silencio informativo, el temor al efecto contagio o imitación. Al igual que ante las muertes por accidente de tráfico los medios se hacen cargo de su información, o también se empiezan a publicar noticias relacionadas con los accidentes laborales o el caso por el que comenzaba este artículo sobre la violencia de género, se hace necesaria información sobre este fenómeno de agresión hacia sí mismo con resultado de muerte, quizá de esa manera la sociedad empiece a concienciarse del problema, quizá facilite a la víctima que está rumiando con la posibilidad de consumar un suicidio la asistencia a un profesional o la expresión de su dolor a alguien cercano; la información sobre el suicidio debe ser honesta, sin centrarse en el morbo, como se hace con cualquiera de los tópicos mencionados, pero su ocultamiento solo lleva consigo más ostracismo del que padece el deseo de acabar con su vida, un enfoque inadecuado, exclusivamente a través de fármacos, que en muchos casos potencian la ideación suicida, y no por ello se soluciona este problema social. La información sobre los suicidios, probablemente, haría ver a nuestros gobernantes que tienen el deber de afrontar en serio el problema y que ya tal vez deban cambiar algunas prioridades en su acción de gobierno.

* Psicólogo Clínico