En la vida se puede sufrir por circunstancias que se derivan de los actos o por mala pata, o sea, desgracias que nos tocan por la cara. Es el caso cuando a uno o a un ser querido le llega una enfermedad por puta casualidad porque es que además estos azares malditos suelen recaer en las buenas personas. Una de estas terribles patologías es la llamada ELA, un tipo de esclerosis progresiva que te mantiene la mente, vista y oído sanos como una pera pero que atrofia todos los músculos del cuerpo hasta dejarte como un maniquí muy vivo que ama cada vez más a los suyos pero, a la vez, los aprisiona. Y esta maldita desgracia le ha llegado a una mujer que siempre ha sido una santa y que regentaba el quiosco de chucherías de la puerta del Colegio de San Rafael. En menos de cinco meses Rafaela Arias Trujillo ha quedado postrada en una cama y no solo amargada por sí misma sino porque ve cómo sufren sus seres queridos que en una defensa numantina están luchando sin medios contra ese monstruo que es la ELA. Está totalmente incapacitada y aún no se le ha concedido la ayuda de la ley de dependencia. Rafaela sufre también una penosa situación económica y precisa de todo pero resulta que el estado social gasta en pegos pero no cubre los tratamientos de fisioterapeuta, logopeda y psicólogo necesarios para paliar la diabólica ELA. Para más colmo los fondos destinados a investigar una enfermedad que nos va a tocar a cualquiera son nulos. Quien quiera ayudar a superar este drama social puede pedir información en la web

www.reddepadressolidarios.com . Y que Dios nos la esquive...

* Abogado