La declaración de la Fiesta de los Patios de Córdoba como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por parte de la Unesco supone un salto de calidad para la ciudad y ello ha sido gracias al esfuerzo y trabajo conjunto de todos, de las instituciones y los propietarios de los patios; y por eso debemos seguir trabajando así, todos de la mano y en beneficio de los cordobeses.

Este reconocimiento ha sido fruto de una candidatura renovada y adaptada a lo que demandaba la Unesco, y en tan solo un año ha tenido una gran repercusión mediática nacional e internacional, promocionando Córdoba como destino y provocando una magnífica respuesta por parte de los turistas que han acudido a la ciudad.

Se ha conseguido ayudar a la reactivación del sector hotelero, comercial y de restauración durante toda la primavera, logrando, además, otro de nuestros objetivos, que no era otro que ampliar nuestra temporada alta y no limitarla solo al mes de mayo.

Hace un año, la Fiesta de los Patios no era Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Hoy sí lo es y qué duda cabe que esa es una buena noticia para todos.

A día de hoy, podemos decir que este reconocimiento ha generado un impacto económico de seis millones de euros y la ciudad recibió durante el Festival de los Patios más de un millón y medio de visitas, por lo que citas como esta generan ilusión y compromiso de los cordobeses con su ciudad, lo cual es fundamental para nuestro buen desarrollo económico y social.

Esta declaración de la Unesco, sumada a la de la Mezquita-Catedral y el casco histórico, ha supuesto que Córdoba se convierta en el lugar más distinguido de España y el pasado mes de diciembre supuso un momento importante para los patios cordobeses, con iniciativas dentro del país, que han permitido una presencia mayor de visitantes, y, al mismo tiempo, convirtiéndolos en espacios de encuentro desde los que lanzar proyectos de interés e impacto en la promoción de Córdoba.

Pero, ante todo, lo fundamental es que se ha reconocido el esfuerzo y el sacrificio realizado por vecinos de toda la vida, que, por supuesto, merecen el agradecimiento de toda la ciudad.

Porque todo empieza desde el momento en el que se decidió poner en valor lo más sencillo, lo que hacían las familias más humildes cuidando su patio durante todo el año para posteriormente constituir una fiesta durante la cual los vecinos abren sus puertas durante 20 días en mayo para admitir a todos los visitantes en sus casas.

Lo que nos queda ahora es todo un trabajo por delante para seguir manteniendo la belleza de nuestros patios de manera conjunta y entre todos conseguir llevar a cabo iniciativas en las que se pongan en valor su esencia tras haber superado todos los obstáculos para este reconocimiento y figurar en este valioso catálogo internacional.

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