El prestigioso Festival de Cine de San Sebastián clausuró ayer su 60 edición con la concesión de la Concha de Oro a En la casa , del francés François Ozon, una delicada, sensible, intelectual inmersión en el mundo de la pareja, sin olvidar en su palmarés a los brillantes filmes españoles Blancanieves , de Pablo Berger, y El artista y la modelo , de Fernando Trueba. Más allá de los galardones y del glamur que siempre rodea al festival, la edición de este año se ha visto marcada por la huelga del miércoles en Euskadi y por el mar de fondo que preside la actualidad de la industria cinematográfica.

Al ya conocido aumento del IVA cultural, un hachazo en toda regla, se suma el previsible cambio en la política de subvenciones estatales a cargo del Instituto de Cinematografía y Artes Visuales, una promesa de ayudas a priori cuando aún se deben las prometidas a las películas ya estrenadas, en un entorno de decrecimiento notable del presupuesto --un 22% menos según el proyecto para el 2013--, que no presagia el cumplimiento de lo prometido. En este panorama, los productores han puesto sobre la mesa el llamado céntimo audiovisual, una idea que grava las entradas para que el sector pueda autofinanciarse sin intervención pública. En cualquier caso, San Sebastián pervive. Con altibajos estéticos, con un notable y aplaudido palmarés (al que se añaden los actores José Sacristán y Macarena García), sin olvidar las nubes que acechan el horizonte de la cinematografía española.