Leído el artículo ilustrado que hoy, 13 y martes, publican al señor Barrera, no debo eludir compartirlo, apoyarlo y complementarlo con algo que, desde hace tiempo, debí decir:

¿Qué pasó con el concurso de proyectos para el puente de Miraflores que se convocó y resolvió cuando su hija la arquitecta estaba en parvulitos o hacía la 1º comunión? Toda Córdoba pudo ver las maquetas en los locales desocupados que una multinacional del comercio tenía en C/Gondomar.

El ganador fue un proyecto precioso de un joven arquitecto cordobés, original y práctico al máximo, que armonizaba con el entorno. Me interesé por qué no se hacía aquello y supe que fue descartado, pese a ganar, porque algún cateto o cazoletero entendió con "suma responsabilidad", que cada 500 años podían inundarse los tableros peatonales del puente y terrazas periféricas de los pilares. ¡Toma ya!

En su lugar hicimos años después el mamarracho de puente que tenemos, tapando las vistas del puente romano. El tonto Las Quemás lo hubiese hecho mejor.

¿Somos capital cultural o unos pseudo cultos viviendo de los réditos culturales del pasado?

Creo que sobraban y sobran en Córdoba artistas y técnicos para haber diseñado un palacio de congresos en Miraflores. Con tanta o más categoría que la de ese artista multimillonario; ejecutable por fases, en función de las necesidades y disponibilidad presupuestaria, que hubiese significado el lanzamiento al mundo de algunos cordobeses y no un punto y aparte más en el curriculum del Koalas (¿es pariente del cantaor que quería hacer un "corrá"?).

Decía Séneca que no se quiere a la patria por ser grande, sino por ser patria. Yo quiero a Córdoba y a España por eso, pese a que a veces pienso que somos una panda de catetos. Con perdón para estos.

Diego Gómez Palacios

Córdoba