La democracia parlamentaria del sistema liberal permitió que Hitler subiera al poder en Alemania a principios de los años 30 del siglo pasado. Poco a poco, y desde dentro del sistema, fue enervando e inutilizando las instituciones democráticas para terminar a la postre haciéndose con todo el control del poder y terminar con la república de Weimar. En este contexto histórico, y frente a las tropelías jurídicas que iba cometiendo aquel régimen, un juez se negó a cumplir con los ilegales decretos que emanaban del nacional socialismo y por ello, frente a este acto de valentía y coraje, solo una pequeña y minoritaria corriente de opinión de juristas se atrevi a decir con admiración "aún quedan jueces en Berlín".

Este proemio histórico, con sus notables diferencias, lo conecto con el debate abierto por el jurista Francisco Serrano, magistrado del Juzgado de Familia Nº 7 de Sevilla, sobre la Ley de Violencia de Género y los juzgados de tal clase. El Tribunal Constitucional de nuestra nación ya dejó bien claro que los magistrados y jueces, en aras al principio de libertad de expresión, pueden verter sus opiniones jurídicas en relación a cuestiones que sean ajenas a los asuntos de los que estén conociendo. Esto es lo que ha hecho el señor Serrano. Esta opinión ha sido compartida en muchos foros de abogados, jueces y fiscales. Tenemos una ley que tiene como núcleo una determinada ideología, compartida por una minoría de mujeres y algún que otro hombre, que entienden el feminismo de una manera fanática y radical, donde en definitiva se traslada la lucha de clases a la lucha de sexos y donde la supuesta liberación o emancipación de la mujer del yugo cultural patriarcal debe de ser como una ecuación exacta de la teoría marxista de la emancipación de la clase obrera.

Es cierto que, junto a este feminismo asilvestrado y fuertemente subvencionado económicamente desde el poder político, existe un feminismo equilibrado y democrático que hunde sus raíces ya en el siglo XIV, donde como Cristina de Pissan en su obra La ciudad de las mujeres se denunciaba el sojuzgamiento de la mujer por la cultura patriarcal y misógina de los hombres. Tanto la cultura grecolatina como la hebrea, pilares en los que se asienta nuestra civilización, habían establecido en líneas generales la subordinación e inferioridad del sexo femenino e incluso su estigmatización por hacerle responsable de todos los males existentes sobre la tierra, véase el mito de Pandora o del pecado original, donde es la mujer la que trajo a este mundo todos los diablos malignos que en él existen. Esto está superado, al menos en el mundo occidental.

Los orígenes de la violencia y sus claves no las tiene nadie. Son tan oscuros como la vida misma, se pierden en la noche de los tiempos, se llega a la violencia por diversos factores que se escapan a la racionalidad, se mata por codicia, venganza, avaricia, lujuria, envidia, poder y también por los extraños e impenetrables secretos de las psiques humanas perturbadas, etcétera. Entender que el hombre varón, per se , contiene un factor criminógeno por su condición de género masculino nos lleva al denominado derecho penal de autor propio de los regímenes totalitarios como el soviético, fascista o el actualmente existente en Cuba y otros países teocráticos.

Todas estas cuestiones no son más que producto o del enloquecimiento de un sector de la sociedad o de la ignorancia, se dijo que "la mayor desdicha de un justiciable es la ignorancia de sus juzgadores", y esto es lo que le ha pasado al señor Serrano, donde las asociaciones de esta visión radical de las relaciones entre hombre y mujer han saltado sobre su cuello jurídico y personal para clavarle unos dientes que solo defienden el pensamiento uniforme, "los hombre y mujeres robots, mudos sobre nosotros mismos en un mundo de máquinas", donde el valor justicia y el pensamiento libre lo único que tienen es el valor de meros deseos o aspiraciones individuales.

Estas apesebradas asociaciones que se han creado en torno a esta ideologización del derecho no admiten la disidencia, ni tan siquiera cuando es expuesta con respeto. No cuestionan las contradicciones de los fríos números y el porqué o los móviles de la posible otra existencia de la llegada al crimen, la constatación de la violencia que también existe en el sexo femenino en sus relaciones con el opuesto e incluso con los hijos. La expresada Ley de Violencia de Género fue objeto de 50 recursos de inconstitucionalidad, la sentencia que los resolvió tiene un importante número de votos particulares. Se ha creado en la práctica un cuasi-estado de excepción para los varones, desde, al menos, en los pódromos del proceso judicial. La victimología moderna, que tiene su origen en los años posteriores al holocausto judío cometido por el nacional socialismo hitleriano, detectó, también en su desarrollo posterior, la falsa víctima y la utilización por ésta de manera espurea de esta supuesta condición, para conseguir fines ajenos a la realización del valor justicia.

* Abogado