Cual mensaje en una botella, lanzo a las arenas del desierto que cobijan al pueblo saharaui mi sincera admiración por los legítimos actos de lucha que lleva a cabo estos días una de sus hijas, me refiero a la activista pro-Derechos Humanos saharauis, Aminetu Haidar. Cuando uno clama y pide por otros, cuando uno se cae, una y otra vez, volviendo a levantar erguida su cabeza, mirando fijamente hacia el frente y retoma la lucha desigual que mantiene contra el Goliat de turno, tiene al menos ganado el derecho de percibir a su espalda el aliento de aquéllos que le siguen y apoyan. Esta heroica fémina hace de madre coraje de un pueblo olvidado. Esta David del Magreb representa el grito desesperado de cientos de madres y de padres que, año tras año, ven marchar al paraíso occidental a sus hijos, con el consuelo de que la sangre de su sangre reciba lo que ellos no les pueden dar. Este pueblo, que pronto cumplirá 40 años de travesía por las arenas desérticas del olvido ignominioso, del desamparo institucionalizado, no se merece esto. Muchos estamos en ese aeropuerto con esta activista y muchos aceptaremos la decisión final de aquélla, que solo tiene un arma para luchar, su dignidad, en nombre de unos seres y de un pueblo orgulloso, que un día, no lo olvidemos, abandonamos a su suerte.

Fernando Ramón Calderón Muñoz

Córdoba