El mismo día de la derrota del PSOE en las elecciones europeas, este diario advertía al Gobierno de la necesidad de buscar aliados para el resto de la legislatura y de los riesgos que corría si no lo hacía. El martes vivimos en el Congreso uno de esos peligros, con un vodevil parlamentario que culminó con la retirada de una enmienda sobre una reforma fiscal progresista pactada solo seis horas antes. Este frenazo le puso las cosas muy fáciles al PP, cuyo líder, Mariano Rajoy, acusó ayer a Rodríguez Zapatero de hacer una política económica a las dos y otra a las seis de la misma tarde.

La enmienda pactada con IU-ICV modificaba la política fiscal en seis puntos, entre los que se incluían una subida de impuestos a los más ricos, que las ayudas de 400 euros o de 2.500 por hijo fueran progresivas en vez de lineales y la abolición de la escandalosa ventaja de la que gozan los futbolistas extranjeros, que pagan solo el 24% de impuestos si residen en España menos de seis años. El PSOE asegura que la enmienda estaba condicionada a que IU-ICV aprobara el techo del gasto presupuestario que se vota hoy, pero esta formación afirma que a lo único que se había comprometido era a abstenerse. Total, que el PSOE prefirió retirar la enmienda y pactar con CiU su abstención en el techo del gasto. La conclusión no puede ser otra que así no se puede gobernar, y menos en una situación de crisis económica que, en contra de las declaraciones oficiales, está lejos de tocar fondo y necesita medidas urgentes.