Hoy, a las seis de la tarde, el templo parroquial de San Lorenzo abre sus puertas de par en par a los cordobeses, con la celebración de una solemne Eucaristía, presidida por el arzobispo coadjutor de Sevilla y administrador apostólico de Córdoba, monseñor Juan José Asenjo . Hace más de dos años, el día 26 de diciembre del 2006, la parroquia trasladaba sus celebraciones y cultos a la parroquia de San Andrés y al convento de Santa Marta, de las religiosas jerónimas. Comenzaba así la restauración que iba a llevarse a cabo en el templo fernandino, afectando a todo el edificio, desde sus cimientos a su torre, desde sus columnas a su artesonado, desde su solería a sus tejados, finalizando espléndidamente con un nuevo resplandor exterior e interior que, sin duda alguna, dejará extasiados a todos sus visitantes. En esta jornada histórica para la parroquia, para sus feligreses, para el barrio y para toda la ciudad, hay tres palabras que hemos de pronunciar, no solo por imperativos de justicia, sino porque, ciertamente, nos brotan del corazón. La primera, una palabra de gratitud al señor obispo, a su vicario general, Fernando Cruz-Conde , al arquitecto técnico del Obispado, Rafael Prados , que han seguido al milímetro cada paso, cuidadosamente, ilusionadamente, al igual, que a la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, instituciones que han llevado a cabo económicamente el proyecto de restauración. Gratitud también a las empresas y a los trabajadores, que han participado en las obras, así como a todas las personas que han hecho posible recuperar el esplendor del templo. La segunda palabra, junto al agradecimiento, debe ser una palabra que subraye con fuerza el esplendor de la fe, el sentido cristiano que envuelve esta reinauguración y la finalidad primordial de este lugar: reanudar la actividad parroquial, hacer presente la vida diocesana y la Iglesia universal, acoger, celebrar y compartir el gozo de esa fe. Porque bien sabemos los creyentes cristianos, --y así se proclamará hoy en el Evangelio del tercer domingo de Cuaresma--, que Jesús, destruido por las autoridades religiosas pero resucitado por el Padre, es el nuevo templo. No es una metáfora atrevida. Es una realidad que ha de enmarcar para siempre la relación de los cristianos con Dios. Para encontrarse con Dios, no basta entrar en una iglesia, es necesario acercarse a Jesús, entrar en su proyecto, seguir sus pasos, vivir con su Espíritu. La tercera palabra es la palabra "encuentro". San Lorenzo abre sus puertas, ciertamente, para "el culto y la cultura". El culto propiciará "encuentro" y la cultura, "enriquecimiento". Ojalá salgamos iluminados y enriquecidos. "La belleza salvará el mundo".

* Periodista