"Tanta prisa tenemos por hacer, escribir y dejar oír nuestra voz en el silencio de la eternidad que olvidamos lo único importante: vivir" . (R. Stevenson)

Si miramos a nuestro alrededor, cada vez nos parecemos más al personaje del conejo de Alicia en el país de las maravillas , que permanentemente miraba el reloj y se quejaba de no tener tiempo. Observar la rutina de una ciudad es percatarse de cómo las calles son un enjambre de personas que precipitadamente van hacia algún destino. Muchos, si pudieran, desearían que el día tuviera el doble de horas o la posibilidad de incluso de no dormir, ya que supone una pérdida de tiempo. El tiempo ha pasado a ser un recurso escaso, time is money .

Se vive en una obsesiva carrera contra el reloj. En el relato de Los viajes de Gulliver , los liliputenses viendo al protagonista consultar tanto el cronómetro llegaron a la conclusión de que sería Dios, ya que parecía que poseía el control del tiempo. En la actualidad, más que dioses, nos hemos convertido en pequeños aprendices de brujo, gurús del tiempo, que se afanan por buscar la pócima mágica para administrar su uso.

Los ritmos de vida actuales desencadenan determinados estados de tensión que pasan factura y se vuelven contra el sujeto. El cuerpo es muy chivato y actúa como caja de resonancia. Nuestros estilos de vida provocan que el organismo proteste y se rebele. La situación comienza a inquietar y de ahí que se le preste atención desde distintos ámbitos. En un documento publicado en el año 2002 por la Comisión Europea se afirmaba que el estrés afectaba al menos a 40 millones de trabajadores de los quince Estados miembros de la UE en aquel momento. Oír hablar de estrés, depresión o trastornos de ansiedad, resulta algo tan normal como escuchar conversaciones sobre el clima o el fútbol.

Frente al mal o enfermedad del tiempo, hay que afirmar que la velocidad no lo es todo. El vals del minuto de Chopin no será dos veces mejor porque lo toquemos en 30 segundos. La realidad nos muestra que no sabemos a dónde vamos pero que curiosamente sí avanzamos a pasos agigantados. A su vez, la máquina de la prisa propicia que vivamos al borde de la extenuación. No solo hay que hacer del trabajo un absoluto, sino que además hay que estar disponible las 24 horas del día y realizarlo lo más rápidamente posible, sin atender muchas veces a la misma profesionalidad. Aunque tenemos más oportunidades que en ninguna otra época histórica, el ser humano parece estar atrapado en el síndrome de Tántalo , y no puede disfrutar de las posibilidades que tiene a su disposición. En sí, más que vivir se desvive o mal vive. Al mundo de hoy le pasa lo que se solía afirmar del regente de un determinado rey, que tenía todos los talentos menos el talento para usar de ellos.Se vislumbra una revolución copernicana que devuelva al ser humano todo su valor y lo ponga en el centro del universo. Como recuerda el proverbio italiano: Chi va piano, va sano e va lontano. Chi va forte va a la morte . De ahí que distintos colectivos, en sintonía con el Movimiento Slow, hayan bautizado el día 19 de febrero como Día Mundial de la Lentitud. Con el objetivo de "respetar los tiempos biológicos y naturales" apuestan por realizar gestos simbólicos que sensibilicen sobre las consecuencias negativas de nuestros estilos de vida. Lo que se pretende no es potenciar la lentitud sin más, sino ser conscientes de la realidad, aprender a desacelerar, para actuar con alternativas apropiadas en cada momento.En nuestro contexto la tortuga se asocia a la idea de ser lento, y como tal sinónimo de torpe e inútil. Sin embargo, para muchas culturas es un animal espiritual, símbolo de longevidad y sabiduría. Moverse con lentitud no significa pensar o vivir con apatía. Lo fundamental es hacer buen uso de esa lentitud. Quizá lo básico no es ser "tan lento", sino actuar con "talento". He ahí la sabiduría de la tortuga:

Chi va piano, va sano e va lontano. Chi va forte va a la morte "respetar los tiempos biológicos y naturales"

"tan lento""talento"sin prisa pero sin pausa.* Profesor de Psicología del Trabajo (ETEA)