El programa Hora 25 de la Cadena Ser, dirigido por la periodista Pepa Bueno, se emite hoy desde Córdoba dentro de la gira La Ser recorre España, que busca pulsar la situación actual del país. Entre los invitados estará el alcalde de Córdoba, José María Bellido, se analizará la candidatura de Córdoba a acoger la Base Logística del Ejército de Tierra, se hablará de la afección de la pandemia sobre el turismo y actuará el grupo Same Fire. A partir de las 20.00 horas.

-La radio sale a la calle buscando estar cerca de la gente, ¿qué sensación le transmiten los oyentes ante la realidad que vivimos?

-Hemos vivido un carrusel emocional en este país y la radio es muy sensible a eso. El feedback es inmediato, en este momento hay mucho cansancio, mucho agotamiento, cierta resignación y un punto de tristeza. Es paradójico que ocurra cuando enfilamos el año que sabemos que tiene que tener que ofrecer luz al final del túnel, pero mi impresión es que la tercera ola ha castigado mucho la salud de quienes están padeciendo la enfermedad, mucho más de quienes han perdido la vida y el estado de ánimo del conjunto de la sociedad.

-¿Cómo asiste a esta sucesión de eventos trascendentes?

-Yo espero que no anestesiándome y conservando la capacidad crítica de las cosas que se hacen bien y las que se hacen mal. Es verdad que todo es nuevo y eso explica que al principio haya desajustes y fallen cosas, pero tenemos que ir arrojando luz como periodistas sobre lo que pasa, tratando de explicar lo que muchas veces nosotros no entendemos. Me empeño cada mañana con mi equipo en hacernos las mismas preguntas que se hacen los ciudadanos.

-El mundo está lejos de la utopía, el mercado impone su criterio incluso en lo que respecta a las vidas humanas y a la salud.

-Desde que comenzó esta pandemia he dicho que ésta tenía una única virtud y es que actúa como un rotulador luminoso. La pandemia reveló la vida que llevábamos y la negociación de las vacunas ha revelado el mundo en el que vivimos. Eso está siendo así desde hace muchos años para muchos países pobres que necesitan medicamentos elementales que les llegan a precios que no se pueden pagar. Hay un debate muy interesante que se puede abrir: ¿cuándo un medicamento además de un negocio es un bien público? Es el caso de una vacuna de la que depende el planeta entero, es un debate que no está de manera muy mayoritaria en la conversación pública, pero que a mí me parece interesante.

-La pandemia nos ha situado frente a nuestras fragilidades. ¿Esperaba que se evidenciarán tantas?

-Pues no, sinceramente. Por ejemplo la del sistema sanitario, que como periodistas hemos cubierto en tantas ocasiones, pero al tiempo que hemos comprobado su fortaleza que se debe exclusivamente a la profesionalidad de quienes están dentro también hemos visto que la estructura era más precaria de lo que creíamos. Y nuestra forma de vida, tan dependiente de la movilidad, especialmente en las grandes ciudades. O nuestra economía, dependiente del turismo que cuando se corta, nuestra economía se va al garete. Incluso quienes manejamos a diario información que nos permite tener una composición del mundo, nos hemos sorprendido de nuestra fragilidad.

-Hay latente una crisis de credibilidad que afecta a todos ¿Cómo arreglamos esto?

-Haciendo nuestro trabajo. Huyendo del ruido y las trincheras donde nos quieren arrinconar. Los periodistas no somos autómatas, no somos máquinas, no nos amputamos la parte del cerebro que tiene una mirada determinada sobre el mundo cuando trabajamos. Tenemos que ganarnos la credibilidad día a día, es algo que se construye muy lentamente y se destruye con mucha facilidad. Es verdad, que afecta a todos y hay un viento horrible que trata de vencer la democracia como la hemos conocido. Tenemos que pararnos y pensar y facilitar el debate sosegado, yo me empeño en eso cada día. Escuchar a aquel que dice algo con lo que no estás en absoluto de acuerdo. Debería ser prescripción facultativa. Escuchar a quien está en tus antípodas, pero escuchar de verdad.