Se trata de la sonda Juno, propiedad de la Agencia Estadounidense del Espacio (NASA). Juno está dedicada al estudio de la dinámica atmósfera de Júpiter, la composición del planeta, el análisis de su campo gravitatorio e investigar el origen y las propiedades de su intenso campo magnético. Además, la sonda busca confirmar (o no) la existencia de un núcleo rocoso en el centro del planeta, cuánta agua existe en su atmósfera y el origen de sus intensos vientos, que llegan a alcanzar velocidades de 620 kilómetros por hora. En resumen, se puede decir que la misión de Juno es intentar entender mejor cómo funciona Júpiter, cómo se formó y el papel que el gigante gaseoso ha tenido en la evolución del Sistema Solar.

La sonda Juno se lanzó el 5 de agosto del 2011, necesitando casi 6 años en alcanzar su destino. A diferencia de misiones anteriores, Juno se mueve siguiendo una órbita polar. No tiene como objetivos científicos estudiar los satélites (que se mueven en el plano ecuatorial) sino mapear los detalles del planeta, de polo a polo, a veces pasando muy cerca de las nubes exteriores de la atmósfera joviana. El movimiento en una órbita polar mitiga el efecto de la enorme radiación que emite Júpiter. Juno posee 9 instrumentos científicos de avanzado nivel. En realidad uno de ellos es una cámara de fotografías (JunoCam) que se incluyó casi en el último momento no para hacer investigación sino con la idea de “conseguir imágenes bonitas” y realizar actividades de divulgación y ciencia ciudadana. Pero al final ha resultado que, además de proporcionar unas tomas espectaculares de Júpiter, la cámara JunoCam está dando una información muy importante sobre la atmósfera de Júpiter.

Como ejemplo, incluimos un mosaico de fotografías de JunoCam mostrando el misterioso polo sur de Júpiter. Nunca antes habíamos visto esta zona del planeta. La sonda Pioneer 11 consiguió imágenes del polo norte de Júpiter en su sobrevuelo en 1974, pero desde 10 veces más lejos que lo que ha conseguido Juno. La sorpresa ha sido comprobar que las famosas zonas y cinturones de Júpiter desaparecen en los polos, surgiendo un fondo oscuro sobre el que se distinguen multitud de óvalos de color blanquecino. Estas estructuras son tormentas, enormes ciclones con diámetros entre 50 y 2000 kilómetros. Esto contrasta enormemente con lo que la sonda Cassini encontró en los polos de Saturno (unas estructuras hexagonales con un vórtice polar), aumentando los misterios de Júpiter. Algunos investigadores han sugerido que estas tormentas podrían dejar caer granizo o nieve en la atmósfera del planeta, algo no visto antes.

El otro gran misterio que ha surgido con los datos de Juno es el origen y propiedades del intenso campo magnético de Júpiter. Las medidas que la sonda está enviando a la Tierra indican que el campo magnético joviano es mucho más intenso de lo que los modelos predecían. No sólo eso: el campo magnético no es simétrico, sino muy irregular: hay zonas más intensas, otras más débiles. Todo esto sugiere que quizá el campo magnético se genera por efectos de dinamo el interior del planeta, en una región por encima de la frontera entre el hidrógeno molecular y el hidrógeno metálico existente en su núcleo. Como ocurre en innumerables ocasiones en ciencia, al estudiar los detalles de algo que parecía entendíamos bien encontramos que aún no somos capaces de explicarlos, siendo necesario modificar nuestras ideas y nuestros modelos. Sólo así avanzamos en el entendimiento del Cosmos.

(*) El autor, astrofísico cordobés en Australian Astronomical Observatory / Macquarie University y miembro de la Agrupación Astronómica de Córdoba, escribe regularmente en el blog ‘El Lobo Rayado’.