Felipe Muñoz París es un montillano que de niño despuntó de manera sorprendente con el piano. Con seis años, sin saber escribir apenas y sin conocimiento alguno de música, comenzó a tocar toda clase de temas musicales en conciertos. Interpretaba composiciones que requerían amplios conocimientos musicales y dominio de la ejecución. Cuando llegó a Córdoba, por razones laborales, entró a formar parte del grupo Los de Sierra Morena, que hiciera famoso el pasodoble Soy cordobés, y posteriormente perteneció al grupo rociero Oro y Plata. Actualmente es miembro de la Coral Ramón Medina y de la Coral de la Real Peña El Limón.

-¿Recuerda cuándo comenzó a interesarse por la música?

- Mi interés por la música me viene desde muy pequeño, desde los 5 años de edad. Mi familia tenía un negocio -aún está allí- de hostelería, donde se celebraban eventos de todo tipo, y acudían orquestas a amenizarlos, lo cual despertó mi interés por la música, y en dicho negocio había un piano en el que yo intentaba reproducir las melodías que previamente le había escuchado a la orquesta.

-¿Cómo era posible que un crío de apenas seis años interpretara al piano las más escogidas piezas musicales?

-Mi tío Paco, que era compositor, fue el que se dio cuenta de que yo tenía inclinación por la música. Sobretodo cuando él interpretaba al piano una composición y después yo, con solo oírla, era capaz de tocarla, pero como no llegaba al teclado mi padre me subía en un cajoncito de madera y tocaba de pie. Esto comencé a hacerlo con poco más de cinco años.

-Hablamos de los años cincuenta del siglo pasado...

-Efectivamente. Yo nací en 1952 y se formó tal revuelo en la familia y en el pueblo que enseguida se difundió que un niño de seis años tocaba el piano sin saber leer ni saber música. Y claro, la prensa se enteró y fueron a hablar con mi padre para entrevistarlo y que les hablara de mí. La primera vez que salí en la prensa fue en el diario CÓRDOBA en 1958. Guardo ese recorte con mucho cariño. A raíz de esa publicación se hizo eco la prensa nacional y vinieron a casa muchos periodistas. Creo que si hubiera habido televisión también habría venido.

-¿Con qué edad dio su primer concierto en público?

-Ante la familia desde siempre, pero cuando tenía ocho años, como era alumno del Colegio Salesianos, siempre contaban conmigo y me incluían en el programa de las fiestas escolares como si fuera un músico consagrado. Después un profesor particular de Montilla me enseñó a colocar perfectamente las manos sobre el teclado y nociones de música, hasta que yo superé sus conocimientos.

-¿Fue alumno del conservatorio de Córdoba?

-Sí, desde los ocho años hasta terminar los estudios de piano. Tuve como profesores, entre otros, a Carmen Flores Hermosilla, Rafael Quero Castro y Luis Bedmar Encinas. Estos estudios los combinaba con los típicos de un chico de mi edad, lo cual me limitaba un poco el tiempo de que disponía para jugar, lo que a mí no me importó. Dábamos las clases los sábados para no alterar el ritmo del colegio.

-¿Considera que fue un niño prodigio?

-Prodigio no lo diría como tal, pero sí un niño de precocidad artística. Mire, a mi padre lo llamaron para contratarme del Internacional Espectáculo Guerrero. Tenía yo entonces ocho años. Querían que firmara un contrato y que yo actuara en España y en el extranjero, pero mi padre no aceptó porque no quería explotar al niño.

-Usted es licenciado en Filosofía y Letras -graduado en Historia- y también es licenciado en Derecho, y como pianista es un virtuoso muy reconocido. ¿Por qué cambió la toga por el pentagrama?

-Efectivamente, soy licenciado por la Facultad de Derecho de Córdoba, y al mismo tiempo profesor colaborador del área de Derecho Procesal. Primero tomé el pentagrama, y después, por razones laborales, también la toga, pero siempre han venido conmigo los dos juntos, cada cual, en su momento preciso, y créame, se han llevado siempre bien, no ha habido peleas entre ellos por ver quién era antes. He sido funcionario de carrera, ahora ya jubilado, del Cuerpo de Gestión Procesal y Administrativa de la Administración de Justicia.

-¿Cree que la gente joven está interesada por la música?

-Naturalmente que sí, solo basta pasar por la puerta de los Conservatorios de nuestra capital y ver la cantidad de estudiantes que por allí acuden, cada uno con su instrumento, menos con el piano, porque pesa mucho. También si acudimos a algún concierto, observamos la cantidad de gente joven que asiste a ellos.

-¿Hay buenos músicos y pianistas en Córdoba?

-Creo que Córdoba siempre ha tenido buenos músicos y de todos los estilos. No voy a nombrar a ninguno, ya que corro el peligro de dejarme alguno atrás, lo cual molestaría a los demás y la lista sería muy larga. Pero yo destacaría uno sobre los demás, y referido al piano, quizás el más internacional, Rafael Orozco Flores, al cual tuve el honor de conocer.

-¿Sería capaz de tocar el piano con los ojos vendados?

-No lo he hecho nunca, pero sí sin mirar al teclado, que es casi igual; tenga en cuenta que la distancia que hay desde el atril de un piano hasta el teclado es lo que nos acostumbra, a veces, a tocar casi sin mirar a las teclas.Se consigue con la práctica.