Ganado: Cinco toros de Toros de Lagunajanda, todos al borde de los seis años, serios por delante, pero sin remate. Corrida muy pobre de juego por su ausencia de casta. El cuarto desarrolló peligro. Y uno de El Ventorrillo, el quinto, terciado y noble, aunque sin terminar de entregarse.

Curro Díaz: Dos pinchazos y estocada casi entera (ovación); dos pinchazos (ovación).

Manuel Jesús ‘El Cid’: Dos pinchazos y estocada perpendicular (silencio); estocada caída (vuelta al ruedo).

Joaquín Galdós: Estocada que hizo guardia (palmas); media estocada tendida y desprendida (silencio).

Tediosa tarde la vivida ayer en el coso de La Malagueta, en la que el juego del ganado echó al traste la voluntad y las ganas de los tres diestros actuantes, entre los que El Cid dio una vuelta al ruedo después de matar al quinto de la tarde, más en modo de despedida que como premio a la labor realizada.

Curro Díaz anduvo muy voluntarioso durante toda la tarde y con el que rompía plaza, que andaba a dos meses de cumplir los seis años, no pudo más que poner voluntad en el saludo capotero. El de Linares, que brindó a Fortes, con su corte artístico fue capaz de pegar algunos muletazos sueltos por el derecho, mientras que le fue imposible torear con la zurda debido a la condición del animal.

Ante el cuarto sí que pudo gustarse con el capote Curro Díaz. El de Lagunajanda empujó en el caballo de mansedumbre, poniendo en más de un aprieto a los subalternos que acompañaban al de Linares. El peligro fue aumentando conforme avanzaba la lidia y Curro Díaz tiró de valor y coraje para conseguir sacar agua de un pozo seco, y que no le permitía ningún despiste.

Manuel Jesús El Cid mostró disposición con la capa en la que destacaron dos excelentes medias. El de Salteras se fue a los medios y, gracias a de dejarle la muleta en la cara, consiguió extraer varias tandas de derechazos de gran calidad. La falta de casta del animal hizo que se viniera muy abajo en los últimos compases. Por el izquierdo, todo quedó en probaturas.

El último toro de El Cid en Málaga llevaba el hierro de El Ventorrillo y el torero no anduvo confiado con él, pasando algún que otro apuro, a pesar de las precauciones que tomó sobre ambas manos. Pese a ello, consiguió llegar al tendido y junto con el motivo de la despedida, dio una vuelta al ruedo.

Joaquín Galdós estuvo también muy voluntarioso durante toda la tarde, incluso dándole todas las ventajas a su primer toro. El de Lagunajanda, con una palpable falta de fuerza, tuvo muy poca transmisión en la muleta del peruano, que dejó constancia de sus ganas de agradar.

Cerraba plaza un burraco de poca corpulencia de nombre Pestiño, el nombre iba a juego con la condición de la res. Galdós no pudo más que intentarlo por ambos pitones, pero sin obtener lucimiento alguno y tampoco transmisión al tendido.