La determinación y el poderoso oficio de El Juli, que paseó por ello el único trofeo de la tarde, han salvado en parte una corrida condenada al vacío por el descastadísimo y nulo juego de los toros de Garcigrande que se han lidiado hoy en la plaza de la Maestranza de Sevilla.

FICHA DEL FESTEJO:

Ganado: Tres toros de Garcigrande y tres Domingo Hernández, estos lidiados en los lugares pares, de muy desigual presentación, con ejemplares de excesivo volumen y alzada frente a otros más terciados y vareados. En conjunto, corrida muy descastada y de nulo juego, con la excepción del quinto, precisamente el de menos volumen, que tuvo mayor movilidad y duración.

Morante de la Puebla, de calabaza y azabache: estocada desprendida (silencio); dos pinchazos, media estocada atravesada y tres descabellos (leves pitos tras aviso).

El Juli, de azul pastel y oro: dos pinchazos y estocada trasera (palmas); estocada trasera y descabello (oreja tras aviso).

Alejandro Talavante, de tabaco negro y oro: pinchazo, estocada tendida desprendida y dos descabellos (silencio); dos pinchazos, estocada desprendida y descabello (silencio).

Entre las cuadrillas, ha sido ovacionado el picador José Antonio Barroso en el quinto, y han destacado en la brega José Antonio Carretero y Juan José Trujillo, que además ha saludado tras un gran tercio de banderillas con el tercero.

Cuarto festejo de abono de la feria de Abril, con el cartel de "no hay billetes" en las taquillas en tarde de lluvia permanente.

------------

CASI LA NADA

La fina y persistente lluvia que no ha cesado en toda la tarde ha empezado ya desde el paseíllo a aguar la fiesta de una de las corridas que más expectación había despertado en todo el abono abrileño, por la presencia en el cartel de tres toreros que, no en vano, han logrado poner el cartel de "no hay billetes" en las taquillas.

Pero lo que realmente ha ido abocando, clarinazo a clarinazo, la corrida hacia la nada ha sido el vacío de raza de una corrida de los dos hierros de Domingo Hernández, en la que han entrado varios toros de excesivo volumen, peso y alzada pero sin un gramo de casta que sumar a la báscula.

En los cuatro primeros turnos apenas ha habido un sobresalto, ni un leve pico de emoción, salvo en algunos pasajes de la faena de El Juli al segundo, un mostrencón mansote de 632 kilos al que ha tenido que acosar para que le plantara cara y le diera un puñado de embestidas que él ha apurado con tanta suficiencia como medido brillo.

El esperado Morante de la Puebla ha pasado prácticamente inédito con un primero afligido y sin celo alguno y un cuarto que no ha cesado de dar cabezazos en el breve intento de faena del sevillano, resignado ya a la nada en cuanto tocaron a matar.

Tampoco Alejandro Talavante ha podido sacar más que una limpia y asentada serie de muletazos al tercero, justo lo que duró la mínima entrega del animal. Y así se ha ido yendo la tarde por el sumidero hasta que ha salido el quinto, precisamente el más terciado y de menos peso de la corrida.

Quizá por eso se ha movido, empleado y durado más el de Gacigrande, aunque para mantener sus justas virtudes ha contado sobremanera la determinación de El Juli, que ya lo meció suavemente a la verónica, tanto en el saludo como en el quite posterior.

Apenas picado por Barroso, que ha levantado el palo en los dos encuentros, el toro ha tenido suficiente fuelle, que no clase ni verdadera entrega, para aguantar los exigentes y poderosos muletazos de El Juli, que le ha bajado la mano en todo momento, llevándole sometido y largo, a pesar de que la continuidad del animal ha sido más que dudosa.

Pero el hecho es que el toro, con pausas y respiros bien administrados por el torero, ha aguantado, y mucho, para que el ambicioso maestro de Madrid, que ha sido el único que no ha perdido la fe, haya alargado su trasteo mas allá de lo que era previsible en busca de un trofeo ganado a pulso tras una de sus típicas estocadas a capón.

Se han levantado los ánimos, pues, durante unos minutos, durante los que el público ha salido de la húmeda nada de una tarde que en el sexto, un boyancón que no dio ni una sola arrancada a la muleta de Talavante, ha vuelto a tomar el camino marcado hacía el vacío más absoluto.