Ganado: dos toros -primero y quintode Rocío de la Cámara, tres -segundo, cuarto y sexto- de Fernando Sampedro y un sobrero -el segundo- de Cortijo de la Sierra, que sustituyó a uno de Rocío de la Cámara. Corrida, en general, de distintas hechuras, cómoda por delante, descastada y, sobre todo, muy justa de fuerzas, rozando la invalidez.

Miguel Ángel Perera: pinchazo y estocada (palmas); cuatro pinchazos y el toro se echa (división al saludar).

Álvaro Lorenzo: pinchazo y estocada (oreja); casi entera ligeramente tendida que escupe (vuelta al ruedo tras petición).

Pablo Aguado: pinchazo y estocada desprendida (palmas); pinchazo, y media tendida y atravesada (ovación).

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El diestro Álvaro Lorenzo cortó la única oreja del festejo con el que se inaguró ayer la feria del Ángel de Teruel, una tarde marcada y condicionada por la invalidez y falta de casta de los toros que saltaron al ruedo turolense.

El trofeo vino en el segundo de la tarde, un toro noble y en el límite de todo, pero al que Lorenzo supo sacar partido gracias a la suavidad con la que le trató. A derechas lo toreó con hilván en tandas cortas, y al natural le pegó pases de muy buena firma, cadenciosos y profundos. El quinto no podía ni con la divisa, y Lorenzo se mostró muy tesonero, tratando de sacar lo máximo posible de tan inválido antagonista, pero sin alcanzar el lucimiento deseado, de ahí el acierto del palco de no concederle la oreja tras una casi entera tendida, conformándose el toledano con una vuelta al ruedo.

Perera se las vio con un primer toro que, pese a su nobleza, acusó su absoluta falta de fuerzas. El extremeño anduvo templado en una labor de enfermero, en la que llegó a ser volteado sin consecuencias y en la que también acusó el guirigay de gente que no cesaba de entrar en los tendidos. Y es que no se puede empezar una corrida con casi media plaza todavía haciendo cola en los aledaños. El cuarto fue otro inválido con el que Perera anduvo demasiado insistente, total para no sacar nada lucido. Mal con la espada recibió división de opiniones al saludar desde el tercio.

El sardo primero de Aguado fue devuelto por ¡manso! y sustituido por un sobrero de Cortijo de la Sierra que no tuvo fuerzas, fondo ni casta para tirar hacia adelante. El sevillano dejó algún detalle suelto dentro de un trasteo de poco contenido por falta de oponente. El sexto se sujetaba también con alfileres, pero tuvo algo más de fondo que el anterior para que Aguado dejara muletazos de buen porte, encajados y al ralentí, dentro de un conjunto al que le faltó algo más limpieza y rotundidad, nuevamente por la condición del toro, al que pudo haber cortado la oreja de no fallar a espadas.