Ganado: seis toros de Julio de la Puerta, bien presentados y de juego desigual.

Finito de Córdoba: media estocada (dos orejas); pinchazo, estocada caída y tres descabellos (saludos).

Julio Benítez: estocada (dos orejas); media estocada y dos descabellos (saludos tras aviso).

Filiberto Martínez: estocada (dos orejas); estocada (dos orejas).

Plaza: Montoro. Media entrada.

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Entró por la vía de la sustitución y se convirtió en el triunfador de la tarde, con doble «premio», ya que junto a las cuatro orejas, también se llevó para su Calasparra natal una cornada seca de la que tuvo que ser intervenido en la enfermería de la plaza una vez finalizado el festejo.

Filiberto Martínez, que sustituía ayer en Montoro al granadino David Fandila, dejó una magnífica sensación tras dos faenas con pasajes de mucho peso, más contundente en su primero, un colaborador ejemplar de Julio de la Puerta, con el que tras un elegante trasteo, dejó varias tandas con la derecha con pasajes a cámara lenta. Cuando la faena comenzaba a tomar vuelo, el cambio al pitón izquierdo provocó que los ánimos se enfriaran, volviendo a ganar enteros al tomar nuevamente los engaños con la diestra, recibiendo una fea voltereta tras ejecutar un largísimo pase de pecho.

Dos orejas para el murciano, que tuvo que pasar a enfermería, donde se le practicó una cura de urgencia para que volviera a salir en el sexto, al que nuevamente desorejó, tras una actuación de similar planteamiento, aunque en este caso ante un ejemplar que fue perdiendo fuelle a medida que transcurría la faena. Así y hasta que el de Julio de la Puerta aguantó el tipo, Filiberto dejó una gran tanda de naturales aguantando dos parones que se hicieron eternos de su antagonista, que poco a poco fue embruteciendo su embestida y desentendiéndose de los engaños que el murciano, una y otra vez, le ofrecía con exquisita dulzura. Estocada caída pero de efectos fulminantes y otras dos orejas a su zurrón, convirtiéndolo en el triunfador de una tarde que arrancaba con una gran actuación de Finito de Córdoba en el que abría plaza y donde volvía a demostrar su particular idilio con Montoro.

Faena cuajada de estética y gusto, fundamentada en el pitón derecho, ya que por el izquierdo, cuando lo intentó, lo único estimable fueron los adornos, algunos, eso sí, de cartel. El calamocheo en la embestida del de Julio de la Puerta fue corregido en los primeros compases con un trato muy dulce de las telas por parte de un Finito al que se le veía cómodo, gustándose, aunque tal vez le faltó otro par de tandas para redondear una actuación que, como queda dicho, fue de nota.

No pudo redondear este cierre de temporada el maestro de El Arrecife en su segundo, un animal de embestida un tanto deslucida y hasta cierto punto incierta, lo que hizo que Finito se tomase su tiempo hasta que, a base de sobarlo, recetó varios derechazos que, ahora sí, hicieron rugir a los tendidos, privándolo el fallo a espadas de haber aumentado el número de trofeos.

Completaba el cartel Julio Benítez, al que le tocó en suerte el más bravo y colaborador ejemplar del encierro enviado desde La Valdivia por la familia De la Puerta. Un gran toro este Colegial, herrado con el número 34, que de haber caído en otras manos, otro gallo hubiera cantado, ya que el animal pedía una distancia y una colocación que Benítez en ningún momento le ofrecía, dando pases y más pases, rectificando la posición en cada uno de ellos. Aun así, la efectividad de la espada y la generosidad del público pusieron en sus manos dos orejas, que podrían haber sido otra tantas, visto lo visto, en el que hacía quinto, en esta ocasión como premio a su voluntad, ya que hasta intentó emular a su progenitor en una adaptación del salto de la rana, que intentó hasta en cuatro ocasiones.