Ganado: seis novillos de El Parralejo. Resultó manso y desinflado el primero; bronco y bruto el segundo; sin fondo ni contenido el tercero; noble y rajadito el cuarto; manso total el quinto; se dejó más por el pitón derecho el sexto.

Ángel Jiménez: silencio tras aviso y oreja tras aviso.

Francisco de Manuel: silencio tras aviso y silencio.

Alejandro Mora: ovación y silencio tras aviso.

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La primera novillada incluida en el abono en la plaza de la Maestranza de Sevilla ofreció el saldo de la única oreja cortada por Ángel Jiménez, premio global a una interesante actuación que le sirvió para despedirse de este coso en calidad de novillero. Jiménez volverá a pisarla en septiembre para convertirse en matador de toros.

El ecijano había dejado una excelente tarjeta de presentación con el primer novillo de El Parralejo. La falta de chispa del animal la suplió con un toreo pleno de expresión, cadencia y compostura al que le faltó mejor refrendo con el acero. Con el cuarto pecó de coger el lado bueno del novillo, el izquierdo, muy al final de un trasteo que acabaría brillando, precisamente, al natural.

La embestida bronca y descompuesta del segundo de la tarde fue una dura prueba para Francisco de Manuel, que afrontó el trance sin volver la cara aunque, posiblemente, sin saber vender la emotividad de esas acometidas. El quinto toro, un manso de solemnidad, sólo le permitió un sincero arrimón y una gran estocada.

Alejandro Mora, por su parte, no terminó de encontrar el hilo con un tercero falto de contenido. Tuvo que esperar al sexto, un ejemplar con una embestida potable por el lado derecho, para intentar acoplarse en una faena llena de intermitencias en la que primó la compostura sobre el fondo.