La conclusión que se puede sacar de la mesa redonda es que «Manolete está vivo». Vivo su toreo y viva su figura en Córdoba, que en ocasiones no le respetó e incluso le insultó en la plaza de Los Tejares, como dijo Juan José Primo Jurado cuando recordó aquel festival de Artillería del 4 de diciembre de 1944. Una relación difícil, como siempre lo es ser profeta en su tierra, en la que el diestro se resentía de lo que interpretaba como falta de generosidad de sus paisanos. Siendo él, en palabras de Tico Medina, un hombre generoso que hizo numerosas obras de caridad en su ciudad. Pues bien, tres años tardó en torear de nuevo en Córdoba desde que se produjo aquella incómoda situación.

Posiblemente la trágica muerte de Manuel Rodríguez Sánchez en la plaza de toros de Linares, en 1947, sea el origen del mito, aunque este torero despertaba una enorme expectación allá donde toreaba. Su desaparición tuvo una enorme repercusión internacional.

Y sigue vivo en el mundo de la tauromaquia, aquí en España y en México, porque, como recordó Francisco Gordón, «inventó el toreo moderno» y fue el primero «en ligar los pases y en hacer las faenas completas». A varios matadores de toros se les ha comparado su toreo con el del monstruo, como fue el caso de Rafael González Chiquilín, presente en el acto organizado por Diario CÓRDOBA, como también asistieron José Luis Moreno y Fernando Tortosa. Y sigue viva su leyenda, sobre todo en la imagen de Leandro Jimeno, de 89 años, presente en el acto de homenaje al torero, al que vio hace años en los ruedos.