La Universidad de Córdoba está desarrollando desde sus distintos departamentos investigaciones tendentes a conocer mejor el comportamiento de determinadas especies autóctonas de nuestro entorno natural ante situaciones ambientales adversas. La encina, como uno de los más emblemáticos de nuestos árboles, ha sido objeto de varios trabajos recientemente.

Uno de ellos se ha encargado de reconstruir el transcriptoma de la encina, una investigación que supone «un punto de partida para conocer cómo se comporta este árbol a nivel molecular frente a situaciones de estrés».

Según ha señalado el coordinador de esta investigación, el catedrático Jesús Jorrín Novo, «la encina es uno de los árboles más emblemáticos del bosque mediterráneo y el más abundante de la Península Ibérica, ha tenido una gran cantidad de aplicaciones a lo largo de sus cientos de miles de años de historia y actualmente supone uno de los principales recursos ganaderos de las dehesas, un ecosistema clave en el sur de España». El grupo de investigación AGR-164 de la UCO, liderado por Jorrín, ha secuenciado «el transcriptoma de esta especie forestal emblemática, lo cual supone un punto de partida importante para entender sus respuestas a situaciones de estrés y otros aspectos de su biología».

De lo que se trata con estos trabajos, explica el catedrático, «es de utilizar esta metodología para saber cuáles son los árboles más resistentes y que mejor se están adaptando al cambio climático y sus consecuencias».

Explica el investigador que el genoma es el contenido del ADN que incluye la información genética esencial para la vida. «El transcriptoma, por su parte, incluye solo los genes que se expresan. En otras palabras, si el genoma es la biblioteca que contiene los datos del individuo, el transcriptoma es la parte que se lee, y puede ofrecer pistas sobre la función de los genes».

Precisamente, el trabajo de investigación ha reconstruido este transcriptoma, que no se conocía anteriormente, combinando dos métodos distintos de secuenciación de ADN y tres programas para ensamblar los datos, una metodología menos habitual y que ha sido puesta en marcha con el objetivo de mejorar los resultados.

La encina es una especie para la cual no había estudios previos a nivel molecular ni genomas de referencia. Ahora, gracias a este estudio, «hemos obtenido una primera aproximación del genoma», destaca Víctor Guerrero, otro de los investigadores principales del trabajo. Toda esta información generada «podría servir para abordar nuevos trabajos de investigación que estudien el comportamiento molecular de este árbol frente a distintas situaciones de estrés, como, por ejemplo, la enfermedad de la seca, una problemática que está causando una elevada mortandad en este tipo de árboles y que ha sido bautizada como el cáncer de la dehesa».

Esta especie forestal se reproduce mediante polinización cruzada, por lo que posee una amplia variabilidad genética. El conocimiento de su transcriptoma podría ayudar a comprender por qué algunos ejemplares son superiores a otros desde el punto de vista de la supervivencia y qué genes o mecanismos moleculares están implicados en distintas situaciones como la germinación, la resistencia a la sequía o la calidad de las bellotas, algo que podría ser tenido en cuenta a la hora de desarrollar futuros planes de reforestación. Para ello, señala Jesús Jorrín Novo, «aún queda trabajo por delante, aunque el estudio nos sitúa más cerca de esta gran desconocida a nivel molecular».