-Usted ha sido uno de los fichajes más importantes de esta temporada, ¿cómo ha sido la incorporación?

-Asusta porque no solo significa entrar en un proyecto ya iniciado. Parece que vayas a un cole nuevo con alumnos que ya se conocen. Pero también había que añadir mi admiración por el equipo. Para mí era como entrar a jugar en primera división. Nosotros, los actores, creo que tenemos que trabajar mucho la autoestima, la paciencia y yo soy de los que piensan que las cosas buenas le van a pasar a otros.

-‘La peste’ fue la primera serie de Movistar que abrió la veda a la ficción televisiva en España a nivel de plataformas. ¿Qué cree que ha significado en el audiovisual de nuestro país?

-Movistar provocó un terremoto que salió bien y eso para los actores y los técnicos ha sido fundamental, porque se han convertido en dinamizadores de trabajo dentro del sector. La peste fue la primera serie de una plataforma que se salía del formato tradicional a través de mucha exigencia creativa. Fue, además, una serie pionera a la hora de apostar por otro tipo de rostros dentro de un sector en el que siempre trabajan los mismos. Yo he sido muy crítico con esto: con la falta de oportunidades en las cadenas generalistas. Este era un círculo en el que o entrabas o si no ya te quedabas fuera, y ahora se han abierto nuevas posibilidades para los artistas.

-Háblenos un poco de su personaje, Pontecorvo.

-Está basado en un personaje histórico llamado Puño en Rostro que era un militar. Y un militar de esa época no tenía las mismas connotaciones que ahora. Él es un hombre honrado, al que le gustaba escuchar a la gente y luchar por las injusticias. Ganó en Flandes la guerra y como premio el rey le otorgó el cargo de asistente de la ciudad de Sevilla. Ahí descubrirá la política. Por desgracia te das cuenta de lo poco que ha evolucionado la política desde el siglo XVI hasta ahora, porque él va a la ciudad más importante del Imperio, el nexo entre Europa y América y se encontrará con la ciudad más corrupta del mundo. Comenzó a disfrazarse de mendigo para conocer los bajos fondos, y, como nadie lo conocía, pasaba desapercibido. Pero se dará cuenta de que toda esa corrupción va desde abajo hasta arriba. Así que decidirá remover el avispero. Lo interesante de Pontecorvo es que genera la acción. Es como un superhéroe que quiere hacer justicia.

-¿Y en qué se traduce la implicación del personaje para erradicar la corrupción?

-Él es un tipo de calle, y como todos sabemos, los políticos están totalmente alejados de ella. Por eso se asocia al personaje de Mateo, porque sabe que nadie mejor que él lo va a orientar por los bajos fondos. Intenta cambiar las reglas del juego, pero se encuentra con que no le va a resultar nada sencillo. En realidad, hay muchas resonancias con la realidad actual. Lo que más me ha gustado de Pontecorvo es que es como un detective. Lo veía como una especie de Sherlock Holmes. Se da cuenta de que por los cauces normales no va a conseguir nada, y muy sutilmente aprenderá los entresijos de toda la ciudad y sus mecanismos ocultos de poder.

-¿Cree que si los políticos en la actualidad se vistieran de mendigos y se acercaran de verdad a la realidad de la calle conocerían mejor los problemas que hay?

-Yo soy un gran seguidor de José Mújica y al final el gran problema es que se gobierna para las siguientes elecciones, no hay verdad. El nacimiento de VOX nace de un desencanto de la sociedad y se han aprovechado de eso a través del populismo. Yo creo que todos son conscientes de los problemas que hay en la sociedad. Pero se ha desvirtuado todo. Ahora es gratis opinar, generar controversias, se crea una desinformación brutal que la gente consume. Yo creo que en el fondo esta serie también trata de todo eso. La peste es muy actual; cambian las ropas, poco más.