En estado vegetativo desde 2008 a consecuencia de un grave accidente de tráfico y símbolo del debate librado en Francia sobre el derecho a morir dignamente, el francés Vincent Lambert, de 42 años, falleció ayer a las 8.24 horas en el hospital de Reims. Habían pasado nueve días desde que el equipo médico decidió desconectarle. Su muerte es el epílogo de una larga batalla judicial que ha desgarrado a su familia y que ha reabierto el delicado tema de la legalización de la eutanasia. «No es triste, esto pone las cosas en su sitio», dijo a la prensa su sobrino François Lambert, que ahora espera que el caso Lambert dé paso a un momento íntimo y deje de mediatizarse una rivalidad familiar que data de mayo del 2013, cuando comenzaron a sucederse las decisiones médicas y las sentencias judiciales.

Enfermero psiquiátrico de profesión, Lambert sufrió un traumatismo craneoencefálico que le dejó tetrapléjico . Los médicos certificaron que las lesiones eran irreversibles pero no toda la familia asumió el diagnóstico. Sus padres, Viviane y Pierre, fervientes católicos apoyados por asociaciones tradicionalistas, siempre defendieron que su hijo estaba discapacitado y que dejar de alimentarle e hidratarle artificialmente equivalía a un asesinato. Mientras, su esposa y tutora legal, Rachel Lambert, su sobrino François y cinco hermanos y hermanas, denunciaban un «encarnizamiento terapéutico» y querían dejarlo partir, como era su deseo.