El Papa Francisco almorzó ayer con 1.500 pobres en el Aula Pablo VI del Vaticano después de celebrar una misa en la Basílica de San Pedro en la que rechazó la «indiferencia» contra quienes están en situación de pobreza.

La iniciativa convirtió por primera vez la enorme sala de las audiencias papales, diseñada por el arquitecto italiano Pier Luigi Nervi, en un inusual comedor, con mesas circulares dispuestas para diez comensales cada una y alrededor de otra central donde se sentó el pontífice.

La misa en el Vaticano y el almuerzo posterior forman parte del programa de la celebración de la primera Jornada Mundial de los Pobres, instituida por el Papa como llamada de atención a los cristianos para que ayuden a las personas en situación desfavorecida.

En la misa, presidida por el pontífice este dijo que la «indiferencia» es el «mayor pecado contra los pobres» y que para los cristianos es un «deber evangélico» cuidar de ellos.