Parecía una intervención rutinaria de la madrugada del sábado al domingo. Cuatro parejas, dos de origen español y otras dos dominicanas, según los testigos, discutían en el andén del metro de Paralel sobre las 6.30. Se trataba de llamarles la atención para no incomodar al resto de viajeros, pero el asunto terminó con un vigilante herido de arma blanca en los brazos. Su pericia evitó que le apuñalaran en estómago, cabeza y corazón, donde realmente apuntaba el agresor, según la versión de los que presenciaron el ataque. Huyó, pero terminó arrestado a punta de pistola en plena calle. El plan era acercarse, pedir que bajaran el tono y a seguir vigilando los accesos, pasillos y andenes. Porque la estación de Paralel, cuentan los propios vigilantes, se ha convertido «en una de las más conflictivas a primera hora del sábado y el domingo».

El vigilante, de origen africano, un chico corpulento y deportista que lleva algo más de un año trabajando en el metro de la capital catalana, se ha acercado a las ocho personas -cuatro mujeres y cuatro hombres- que se decían de todo sin llegar a las manos. Tras advertirles, los españoles, según la versión de los testigos, se marcharon. Después de dejar pasar unos minutos prudenciales y lograr convencerles, los dominicanos también accedieron a abandonar la terminal. No sin insultar repetidamente a los hombres de seguridad durante el trayecto. En la zona de validaciones, uno de los hombres se puso la mano en el bolsillo y sacó una navaja. Se abalanzó de manera violenta hacia el vigilante, que hizo lo que pudo para que no le alcanzara alguna zona que hubiera resultado mortal. «Está muy fuerte y es muy atlético. Si llega a ser otro, lo mata», según los testigos.

El otro hombre dominicano hizo ademán de meterse en la bronca y llegó a golpearle, pero el otro vigilante consiguió apartarlo. Las mujeres se quedaron al margen. Al ver que no podía con él, el asaltante y sus acompañantes huyeron pero fueron detenidos más tarde ya en la calle por la policía cartalana.