El gran poema de este siglo solo podrá ser escrito con materiales de desecho», escucha en una conversación en el Café Comercial de Madrid el protagonista y narrador del nuevo libro de Antonio Muñoz Molina, Un andar solitario entre la gente. La frase viene a ser una declaración de intenciones, ya que el libro es un elaborado experimento narrativo dirigido a captar el ruido de las calles, el movimiento de las ciudades, la vida en tránsito, el constante peregrinar de las personas, el espectáculo de la avasallante publicidad y «los últimos ritmos de la ciudad y los de la producción de los periódicos» que alimentan «la urgencia de la literatura que se escribe en ellos». El hilo conductor es la vida del propio autor en diferentes escenarios --Madrid, Paris, Lisboa y, sobre todo, Nueva York-- y las constantes referencias a autores que también quisieron retratar el deambular por ciudades. «Soy todo oídos. Escucho con mis ojos», escribe el autor. Y es cierto, la vida en esta hora quizá sea un «escuchar con los ojos» que, sin apenas tiempo para la reflexión, se admiran, se espantan, derraman lágrimas, se estremecen, se preguntan... «Pero, ¿qué nos está pasando?», sin que sepamos responder con calma a esta interrogante. Hay noticias que nos parten el alma como la espantosa muerte de Gabriel, que ha levantado una ola de indignación social, y noticias que nos estremecen por dentro como la muerte de Stephen Hawking, el explorador de los agujeros negros, con su postulado más ferviente: «No hay ningún Dios. Soy ateo». Entre Gabriel y Hawking se cimbrean en la historia las palabras del Vaticano II, en versión libre: «La mujer y el hombre son seres que están continuamente en vilo. En ellos se imbrican una vocación sublime y una profunda miseria. Llamados a lo más alto, transcurren su existencia al filo del riesgo de perderse a sí mismos y de la incertidumbre de si llegarán realmente a ganarse». Como decía Ortega y Gasset, «la vida nos la han dado, pero no nos la han dado hecha». Los próximos días, la Cruz saldrá a la calle, para revelarnos que el amor redime de la crueldad. Muchos dirán que lo importante es la defensa de la democracia y sus valores. ¿Para qué queremos el amor? Olvidan que el amor es necesario para ser sencillamente humanos.

* Sacerdote y periodista