La protesta del sector olivarero andaluz convocada por UPA y COAG, con apoyo de UGT y CCOO, tuvo ayer una importante respuesta, con miles de agricultores en Sevilla -se estima que desde Córdoba asistieron unas 5.000 personas, con presencia de alcaldes y cooperativas a título individual-- y un mensaje claro: la importancia de esta actividad económica para Andalucía no puede estar al albur de la especulación. Si otros años ha habido bajadas y subidas de la cotización en origen, lo de la última campaña ha sido un desplome: de los 3,97 euros/kilo en el 2017 a los 2,10 que se paga hoy por el aceite de oliva virgen extra, el de más calidad. Los problemas del sector vienen de muy largo, y requieren soluciones estructurales que nunca se llegan a implementar. Ayer, la Junta aseguró estar cumpliendo las peticiones del sector, y el ministro de Agricultura, Luis Planas, abogó por «medidas de fondo». ¿Qué pasará tras esta protesta? Asaja y las Cooperativas Agroalimentarias se opusieron a la misma, por considerar que las administraciones ya se han puesto manos a la obra con las reivindicaciones del sector. Tras la manifestación de ayer, lo peor que podría ocurrir es que los representantes de los olivareros siguieran divididos: el aceite necesita de una sola voz ante las administraciones. Y los productores deben replantearse su propia dimensión -hay 185 almazaras en la provincia- e ir a una concentración que los haga más competitivos.