Nuestro protagonista siempre ha sido el mes del rentrée. Es ese volver en el que si hemos realizado un cambio de ritmo y de hábitos, tal vez acorde con los latidos propios del corazón y no con los tambores de las galeras a los que de una manera o de otra la vida llamada eufemísticamente moderna nos somete, nos sentimos por unos días como los pantalones de la etiqueta de esa famosa marca de vaqueros donde dos mulos ponen a prueba sus costuras.

Aunque todo sea dicho, también hay a quién el mes nono su primer día le espanta a los mulos y sueña con volver a su bendita rutina. En cualquier caso todos realizamos la reentrada en el sistema que mueve esos resortes de este siglo. Aunque también los hay para los que septiembre es aquel mes que los que fuimos a EGB teníamos por el de la recuperación de las calabazas veraniegas. No hay nada como volver a contemplar el tedioso circo de nuestros políticos para constatar que el espíritu de los exámenes de septiembre está vivo y coleando. Todos suspendieron en junio y todo apunta a que seguirán suspendiendo en septiembre. Pero nada de esto impedirá que los más pequeños vuelvan al colegio, que las familias con hijos en edad escolar hagan frente a la espinosa cuesta de la vuelta al cole y que el verano dé su estertor de la muerte hasta el año que viene.

El otoño se acerca y algo parece actuar como una metamorfosis donde hemos de pasar de cigarras a hormigas. Tal vez las campanitas de la Fuensanta tienen en su tintineo esa llamada de intramuros donde el alma siente que aún está encerrada en un cuerpo que trasiega por este mundo y que ha de armarse nunca mejor que en septiembre de aquella antigua fe, esperanza y caridad que como todo en la vida empieza por unos mismo. ¡Feliz rentrée!

* Mediador y coach