Como catalán sufrí durante muchos años en el extranjero la vergüenza de padecer un régimen totalitario, aunque impuesto tras tres años de guerra incivil. Ahora, aquí, me duele aún más el ver cómo en mi tierra, con la complicidad durante décadas de gobiernos centrales, mandan políticos tan corruptos que para mantenerse han creado un separatismo totalitario. Entre sus mil fechorías, pocas tan vomitivas como, para ampliar su opresión, ya casi total, el haber pagado con dinero de todos el espiar que los niños hablen solo catalán en el recreo en 50 escuelas. Y cuando se ha denunciado el hecho en el Parlamento, el responsable, Bargalló, lo ha negado, diciendo que se habría hecho sin autorización, como si fuera posible actuar así a espaldas suyas en 50 centros y añadió, burlándose al límite, que en todo caso no se trataría de «espionaje» sino de «observación de incógnito». ¿Cómo es posible que tal desvergonzado político, no esté todavía donde debería encontrarse?