Los cordobeses estamos en pleno luto deportivo por el descenso de nuestro Córdoba Club de Fútbol a la Segunda División B del fútbol español o lo que es lo mismo, la desaparición del fútbol profesional de esta Córdoba de nuestros amores y amoríos.

Esta decadencia y ocaso del blanquiverde equipo cordobés es el desenlace de una concatenación de hechos totalmente adversos, como consecuencia de una gestión nefasta ribeteada de decisiones tristes, funestas, detestables y ominosas. Todo un ejemplo de cómo no se debe de dirigir una entidad deportiva, representativa de una ciudad como Córdoba. Una ciudad representada por una afición que «se ha dejado la piel», domingo tras domingo, en el Nuevo Arcángel, pese a no ser correspondida ni por la responsabilidad ni por el esfuerzo de un indolente equipo, cuyo descenso de categoría se acaba de consumar.

Pero ya no es tiempo de lamentos, es tiempo de soluciones; es tiempo de trabajar para devolver al Córdoba Club de Futbol a la categoría que se merece, que no es otra que la de oro de la competición futbolística nacional; porque Córdoba, aunque no nos lo creamos, es de primerísima división.

Por eso, para comenzar con buen pie estas nuevas singladuras deportivas que, no estando exentas de dificultades, deben tener como fundamento la cantera futbolística cordobesa, otrora pujante, fuerte y vigorosa.

Trayendo a colación los recuerdos canteranos de los que contribuyeron a la grandeza del Córdoba C.F, sobresale de ellos la figura de Pepe Escalante. José Tomás Escalante fue un futbolista de una clase excepcional. Veía el fútbol con una clarividencia que hacía de una jugada «imposible» la llave que permitía abrir el paso hacia la victoria final. Su control exacto del balón, sus pases medidos, sus repentinos cambios de juego a las bandas y su capacidad para intuir la jugada del adversario lo hicieron imprescindible en el centro de la cancha del Arcángel, donde las trayectorias de los balones en juego se repartían con destreza y pericia inolvidables.

Abundando en esta figura, si Escalante fue un gran jugador, no lo fue menos como técnico. Su maestría la llevó a la didáctica de forma impecable hasta conseguir, no sin grandes obstáculos, ascender dos veces al Córdoba a Segunda División. En la primera de ellas, pese a no poder sentarse en el banquillo porque el Club no le había terminado de liquidar a Pedro Campos, el Córdoba estuvo 17 jornadas sin conocer la derrota, y, para más inri, en aquella temporada también hubo demoras en el pago de las nóminas a los jugadores, que, en defensa de sus derechos laborales, hicieron huelga. Pese a todas aquellas vicisitudes, el Córdoba Club de Fútbol ascendió porque el vestuario mantuvo su nivel de compromiso con la afición cordobesa, y, que nadie se equivoque, Escalante tuvo mucho que ver en la asunción de esta buenísima actitud colectiva. ¡Ni punto de comparación con lo que ha ocurrido esta negligente y nefasta temporada!

Pero, como he dicho al principio, es hora de tomar las decisiones. Yo, desde mi modesta opinión, reivindico al técnico Pepe Escalante como el próximo entrenador del equipo blanquiverde para, por lo menos, las dos próximas temporadas; tiene, para mí, las cualidades, más que suficientes, para conducir estas difíciles singladuras y hacer atracar a la nave cordobesista en el puerto que le corresponde por historia, por categoría y, sobre todo, por su incondicional afición.

Pepe Escalante, que me honra con su amistad, me dijo una vez: «Echo de menos el olor diario a césped». Desde aquí, yo invito a que la dirección deportiva de este descendido y devaluado equipo de futbol, sea, por una vez, valiente y contrate a este cordobés como responsable técnico de este equipo, que, seguro estoy, lo volvería a ascender contando, mucho más, con la cantera, que es tan buena como poco cuidada.

El Córdoba Club de Fútbol no se puede permitir el lujo, en las delicadas circunstancias actuales, de prescindir de un cordobés que ya ha demostrado, con creces, su valía humana y sapiencia futbolística. No tiren por la borda esta posibilidad.

* Gerente de empresa