Todo gobierno infectado o contaminado por el populismo, o la demagógica política populista, como, dizque por ejemplo, con el rancio comunismo bolchevique o el nacionalismo separatista, aunque no sólo, experimentará sin duda los perniciosos efectos de ese tosco y artificial modus dicendi y operandi. Influida la oratoria por tal derivación, las mentalidades más indiferentes suelen animarse, exaltándose los instintos con tan artera propaganda, por lo que a tenor del impulso de esa falaz comunicación el más tenaz o acerado raciocinio acabará ablandándose. Finalmente, cada oyente se arrebatará consumido por sus propias pasiones como por las del resto del auditorio. Los demagogos jamás enmudecerán ante la ruina de la libertad que ocasionan.

Mientras, argumentos y retórica pueden que permanezcan confrontados entre hábiles y resueltos contrincantes. La verdad, como las raíces de la razón, tropezará mientras camina con serias dificultades para prosperar y robustecerse en medio de un tan hostil conflicto de encendidas pasiones. El embaucador arengará a modo a los reunidos o convocados, avasallados, alucinados o conmovidos, ya que en ello le va la suerte, proponiendo soluciones fáciles con visos, aunque falsos, de viabilidad para cuestiones complejas sin peligro de interrupción o refutación. El engañanecios alabará las prácticas de las obligaciones sociales, de las que dictaminará su incumplimiento, y ponderará la perfección de la virtud, de la que él et alii quieren ser modelos.

Todas las fortunas ajenas deben de ser puestas en beneficio de los simpatizantes. Nada del esfuerzo y superación individual, de la resolución para vencer las dificultades, del mérito, o de la experiencia, del trabajo responsable y bien hecho. Sus exhortaciones evidenciarán el recóndito afán de que los ponentes sean los administradores de las riquezas ajenas en pro de los abducidos. Tales representaciones suelen mancillarse con sofísticos argumentos y reflexiones pueriles, que se exaltan con ladina intención y con la consideración de odiar a los contrarios y obedecerles a ellos.