Una galería de arte de Manchester ha retirado un cuadro en el que aparecen unas ninfas desnudas. Sobre el lienzo un bello joven llamado Hilas, escudero de Hércules, es atraído por un grupo de insinuantes muchachas que desean gozar de su presencia en las profundidades subacuáticas.

Al parecer la retirada del cuadro forma parte de un proyecto experimental impulsado por la artista Sonia Boyce con el propósito de generar debate sobre la cosificación del cuerpo femenino. Según la coordinadora de la galería se trata de cuestionar la representación de la figura de la mujer como mero objeto decorativo o como cautivadora sin escrúpulos. En el hueco que ha dejado la obra de John William Waterhouse algunos visitantes del museo han tenido la oportunidad de manifestar por escrito su opinión sobre la desaparición (¿temporal?) del cuadro. Desde aquí pido humildemente a todos los responsables de colecciones museísticas que tomen nota de esta iniciativa. En nuestra ciudad sin ir más lejos. Estaría guay que quitaran de en medio cualquier rastro pictórico de falocentrismo visual. Ya están tardando los que mandan en el Museo Julio Romero de Torres y en el Museo de Bellas Artes. Que pongan desde mañana mismo a un par de cuadrillas de operarios a retirar (con mucho cuidadito, eso sí) todas las muestras de arte machistoide con las que nos hemos acostumbrado a convivir a fuerza de tradición e inmovilismo. Allí donde haya un cuerpo de mujer reducido a la mera condición de ornamento es preciso que haya una relectura crítica sustentada en el concepto de vacío. Ahora lo ves ahora no lo ves. Ya está bien de aguantar todo esa imaginería rancia de la mujer morena anclada en la sumisión heteropatriarcal. Es hora de llenar el desván por mucho que le escueza a algunos. Qué trabajo les hubiera costado a todos esos genios de los pinceles haber pintado a las mujeres de la época dirigiendo una escribanía o investigando en un laboratorio de los antiguos o al mando de un buen coche de caballos. Qué trabajo les hubiera costado aportar su granito de arena costumbrista en la construcción de un mundo más igualitario.

En los espacios libres de caspa podrían situarse estimulantes reflexiones del personal acerca de las diferentes dimensiones de la igualdad. Nada formal. En pósits de colores, para darle un toque más casual. Puede resultar chocante en principio, pero si queremos apostar por una verdadera educación en valores conviene ser drástico. El progreso no entiende de medias tintas. Es cuestión de interiorizar el cambio... Yo ya me estoy viendo con un grupo de alumnos en una de las salas adaptadas al nuevo enfoque. En vez de ser simples espectadores de cuadros alienantes, los chavales tendrían la oportunidad de acceder a un debate ideológico de primer nivel leyendo con su profesor cada papelito referente al cuadro sustituido. Así tendrían claro que, poco a poco y pese a la oposición reaccionaria, la sociedad va avanzando un montón. Ya lo creo.

* Profesor del IES Galileo Galilei