Ahora que tanto celebramos los 50 años del mayo del 68, el año que pudo cambiar el mundo... y no lo cambió, conviene no perderse en homenajes nostálgicos que conducen a la melancolía y prestar atención a lo que ocurre hoy con nuestros jóvenes. En aquel tiempo del 68, tal vez en España los jóvenes no supieran qué estaba pasando en Francia, pero sí eran conscientes -éramos- que el abandono del hogar familiar era prioridad si queríamos escuchar la música que nos gustaba, organizar guateques, fumar algo más que tabaco, llegar tarde a casa y dormir en compañía; y también, muy importante, no tener que escuchar las monsergas del cabeza de familia a la hora de la comida. Salir de casa era un imperioso deseo por el que uno estaba dispuesto a trabajar en verano, ir a la vendimia o pelearse con su madre. En aquel tiempo del 68, los jóvenes se agarraban a lo que fuese para abandonar el nido; en cambio, ahora, los jóvenes de veinticinco y más se aferran a la casa paterna con tal de no agarrarse a lo que sea ¿Cuándo fueron más libres, más maduros, más soñadores, más valientes? ¿Cuándo durmieron mejor? ¿Cuándo tuvieron mejor relación con sus padres? Que cada uno, desde el lugar que ocupa en el clan, responda con la mano en el corazón y repasando su experiencia. Les cuento esto, no por darles un sermón, sino porque un estudio reciente revela que los jóvenes españoles son los últimos en independizarse, se van de casa a los 29 años y tres meses de media, mientras que en el norte de Europa lo hacen al cumplir los 21 añitos y la media en Europa es que salen de casa con 26 años. De los 31 Estados que analiza Eurostat (esta es la fuente), España está en el puesto 24º, en la cola, junto con países mediterráneos como Italia, Grecia, Croacia y Montenegro ¿Qué está fallando? Por un lado la dificultad para acceder a un puesto de trabajo y a unos ingresos que permitan financiar la emancipación, eso es así, en un país que tiene la mayor tasa de paro juvenil en Europa; pero por otra parte es la comodidad de un hogar confortable, un logro de los padres, lo que retrasa el vuelo del nido y la entrada en la madurez. Hace 50 años las familias tenían más hijos que ahora, el cuarto de baño era una suerte de corre que te pillo, y en la casa se hacía lo que decía el padre. Ahora en la casa mandan los hijos, con habitación propia, dos carreras, coche y van desnudos por la casa en invierno porque la calefacción, que pagan los padres, va a tope. Y ahora ¿qué hacemos? Seguimos esperando que sea el juez Emilio Calatayud quien venga a echarlos de casa o estamos dispuestos los padres a dejar de actuar como gallinas cluecas.

* Periodista