Cuanta zozobra, cuanto dolor dejas a tu familia, a todos los andaluces y ciudadanos del mundo. Has estado muy presente en las familias, barrios, bares, supermercados, centros de investigación, gimnasios, oficinas, hospitales, etcétera, a través de los medios de comunicación que te han dedicado espacios prioritarios en España. No has estado solo en estas dos crueles y larguísimas semanas en la que has sido nuestro hijo, hermano, nieto, amigo. Tu muerte, lamentablemente ya esperada, ha sido respetada por todos, pero no ha ocurrido el milagro. Pero tú necesitas desde donde estés, que se respondan grandes y profundas incógnitas que han surgido a raíz de tu rescate y muerte, o al revés. Es lo menos que te mereces al igual que todos los héroes que han participado en tu rescate.

Me pregunto tantas cosas, como:

¿Por qué no continuó la búsqueda directa por succión en el pozo? ¿Por qué no se usó un brazo robótico para sacar los trozos más grandes, difíciles de ser succionados? ¿Por qué se dio la excusa de que se había roto el tubo succionador? ¿La composición de la tierra de las paredes del pozo era la misma que la de toda la tierra que tenías encima cuando moriste? ¿Se ha comparado esta composición por análisis químico? ¿De qué estaba relleno el pozo desde los últimos 100-110 metros a los 70 donde se te encontró? ¿Este relleno coincide con la composición de la tierra que tenías por encima? ¿Por qué los mineros apuntaron con precisión el túnel transversal hacia donde estaba tu cadáver? ¿A cuántos metros estaba tu cuerpo de la superficie del denominado «tapón» dentro del pozo de sondeo? ¿Si se hubiese localizado con poca incertidumbre hace días tu cadáver, por qué no se dijo? ¿Estaba justificada la construcción de túneles paralelos u horizontales, como se ha hecho? ¿Por qué el pobre de tu padre dio versiones diferentes de los últimos momentos antes de caer al pozo? ¿Por qué se han difundido tantos bulos en estas dos semanas fatídicas?

Los medios de comunicación se han centrado en relatar los hechos de las dos semanas, sin hacerse estas preguntas y otras más duras. ¿Han sido presuntamente «presionados» por las autoridades para evitar especulaciones que desanimarían a la familia y a las más de 300 personas involucradas en tu rescate? Las incógnitas también se extienden a las autoridades. ¿Han ocultado información que no justificaba las estrategias del recate? ¿No sabían casi con seguridad que estabas muerto y localizado?

Cuando te entierren todas estas cosas deben ser aclaradas y pedir responsabilidades a quien corresponda. Como dice el ministro del Interior del Gobierno de España, ahora es la hora de los juzgados. Siento mucho que te hayamos fallado. Adiós Julen. Descanza en paz.

* Profesor jubilado de la UCO