Sabido es que estos seudo-políticos no saben ni tienen otro objetivo que torpedear al adversario por todos sus flancos, con el fin de derribarlo, utilizando para ello su admirable locuacidad y, lo más importante, todas las televisiones del país, a las que controlan. Cuando en España se percibe un suspiro de satisfacción por aparecer un político que promete defender los derechos de todos los ciudadanos y a la nación, esta casta trata de derribarle, montando en cólera, llamándole ultra y poniendo en marcha toda su maquinaria de ofensas y descalificaciones. Es lo único que saben hacer. Y no me refiero solo a los radicales de Podemos, pues el PSOE de Sánchez, se acerca tanto a ellos, que a veces se confunden. Además, este socialismo nos colocó en muchos ayuntamientos de España a los «vendegallinas», y se aprecia con claridad el destrozo que están haciendo en esas ciudades. De manera que, según estos sujetos, deberíamos desestimar o aborrecer a quien tenga el propósito de defender los derechos de los ciudadanos, luchar por la vida, en todas sus etapas, antes de nacer, después y en la vejez, buscar la libertad de todos en todos los aspectos, educación, información, creencias, pensamiento, etc., también la unidad y estabilidad del país, evitando el enfrentamiento y la división, mantener y superar, si es posible, la calidad que tenemos en la sanidad, afianzar y promocionar la familia, reducción de impuestos, etc.

Confío en que Pablo Casado aguante los desafíos que se le presentan, resista a los lobbys que intentarán el desistimiento de sus ideas, lobbys que están venciendo a gobiernos que parecían honestos, y podamos tener los españoles ese estado de bienestar y de libertades que deseamos.