Han trascurrido dos hechos para que al menos las redes se invadieran de comentarios: uno, la absolución del PP en el tema del borrado de sus ordenadores. Dicho contenido era la prueba estrella del tema de los papeles de Bárcenas y con toda probabilidad hubiese significado no tanto la muerte clínica del principal partido de la derecha como su ansiada renovación. Y el otro, la humillación legalizada por las izquierdas a la que iban a ser sometidas nuestras mujeres ante una comisión iraní, como si nuestras políticas tuvieran menos categoría humana que una gallina ante el poderoso protocolo de subcultura que las quería obligar a no poder saludar a dicha comitiva oriental y a mantenerse alejadas como si se trataran de criaturas malignas. En cambio, sí que las redes y también los medios han comentado insultantes hasta la hartura las reivindicaciones animalistas de dos chavalas a propósito de la masificación de las gallinas que martiriza el nivel de vida de las mismas; es cierto que ante la super población y el poco margen de los ganaderos no podemos hacer gran cosa por las gallinas; no es ninguna mentira que las condiciones de los animales son penosas. Pero no es de recibo los miles de insultos por unos mensajes animalistas y todos callemos como pitas cobardes y traidoras de la democracia ante dos hechos que sí que van en contra del reinado del civismo. Sepan ustedes que el PP debería ser más humilde con esta sentencia absolutoria a través de la duda, que es una garantía democrática, pero también en innumerables ocasiones se erige en un recurso del culpable para que el delito quede impune; un delito que estará ahí siempre para vergüenza de los políticos honrados y regocijo de los otros. Paralelamente, la izquierda iba a ser cómplice de un régimen que practica terrorismo legal hacia sus hembras y las ejecuta si alzan la voz. La izquierda gobernante que pretende ser paladín de la igualdad y adalid del feminismo no duda en vender el alma de nuestras madres al diablo. Pero no se lo pierdan que quien denuncia esta humillación es Vox, que niega que en España exista la discriminación judicial hacia las mujeres cuando sabe de sobra que esa igualdad que dicen que ya está conseguida ha sido posible, no por la templanza jurista del varón, sino a través de una lucha política del feminismo. Lucha que por supuesto no ha finalizado porque del dicho el hecho hay mucho trecho; por eso creo que esta denuncia va más en línea del odio a lo mahometano. Y mientras el poder nos manipula con disfraces de justicia, el pueblo, que tiene la sartén por el mango para cambiar las cosas, solo la utiliza para freír unos huevos genéticamente tan manipulados como su cerebro para que no proteste por lo que debe.

* Abogado