Visto, leído y oído lo pasado este 1 de octubre, la situación en Cataluña se complica aún más. Hace un año, el independentismo engañó con un referéndum ilegal y una declaración simbólica de independencia unilteral, incumpliendo las normas del Parlamento catalán y las del ordenamiento jurídico al que como Comunidad Autónoma está sujeta, sabedor de que la farsa catalanista independiente era insostenible. Actuaba el Gobierno catalán, hoy en prisión o huido, con el apoyo de la CUP y los CDR. Y hasta tal punto se llevó la falsedad y mentira que comprometiendo la unidad y seguridad de España, el entonces presidente del Gobierno, con apoyo del actual, propuso la imposición del art. 155 de la Constitución. Ahora, la situación es peor, la confrontación social entre catalanes es cada vez más evidente como ha quedado patente con toda la problemática de los lazos amarillos; pero la violencia que en todo momento niegan los separatistas, se ha hecho patente en el aniversario del 1 de octubre con los CDR, los amigos de Torra, a los que alentó a «apretar», porque hacen apretando, como así les dijo. No sólo los disturbios de estos violentos consistieron en quema de contenedores, corte de calles y carreteras y toma de vías de trenes, etcétera, sino que además intentaron de forma agresiva asaltar y tomar el Parlamento, un auténtico intento golpe de Estado en toda regla. Y eso lo animó e incitó el presidente del Gobierno catalán. Mientras el año pasado se decía que los Mossos actuaron de forma pasiva cuando se asedió la Consejería de Economía y que hubo represión policial el día del referéndum, este 1 de octubre las tornas han cambiado, y han sido los Mossos quienes han tenido que hacer frente, sin apenas refuerzos y la consiguiente protesta posterior por ello, a los virulentos ataques de los CDR; bárbaros agresivos que apoyan el separatismo de Puigdemont y Torra. A estos se les escapa de las manos el dominio, mando y autoridad del independentismo que defienden, pero lo que es peor, ponen en grave riesgo la seguridad ciudadana, porque incluso los vándalos en los que aquellos se sustentan piden la dimisión del presidente del Gobierno catalán y de su consejero de interior. El enemigo lo tienen en casa, por eso, Torra para frenar la violencia descontrolada de los CDR e intentar buscar una salida a la postura independentista imposible e irreal actual, de la culpará al Estado Español, desafía a Sánchez con un referéndum de autodeterminación antes de noviembre. Toda esta situación llevada al límite, ha provocado una fractura interna en el independentismo a tres bandas, por una parte, ERC y Pdcat con los violentos de los que se quieren desmarcar tras los últimos disturbios, y por otra, los de Junqueras con los de Puigdemont al no ver factible bajo ningún concepto que se cumpla el ultimátum dado por Torra, lo que causará más tensión si cabe a la realidad catalana. Y mientras todo esto pasa, ¿dónde está la autoridad y liderazgo del presidente Sánchez? ¿dónde están los resultados de su actitud negociadora y dialogante que abanderó? Estos son los momentos en que un presidente del Gobierno español ha de demostrar que está capacitado para serlo, sin tibiezas. La situación es grave y seria como para manifestarse via tuit, pues Cataluña está fuera de control.

* Abogada