Imagínense ustedes que estamos, por ejemplo, a finales del siglo XXIV. En una excavación arqueológica. De pronto, una pala choca contra un material no usado desde hace muchos, muchos años. Algo llamado hormigón. Y que un aparatito reproduce la estructura que yace bajo los pies de los investigadores. Múltiples edificios, salas con distintas formas, zonas ajardinadas, instalaciones para eventos… amén de una amplia gama de extraños utensilios: esqueletos de plástico, extraños recipientes de vidrio, hileras de ordenadores… No cabe duda… parecen ser los restos de algo llamado universidad. Pero, misteriosamente, apenas hay fuentes documentales sobre estos lugares a las que acudir en una sociedad en la que la transmisión del conocimiento se realiza a través de ciberconferencias controladas por un denominado Grupo de Vigilancia Científica. A no ser en unos archivos clandestinos que….

¿Les gustaría saber cómo acaba la cosa? Es uno de los muchos relatos que integran los once volúmenes que desde hace otras tantas ediciones recogen las historias ganadoras del Certamen de Relato Breve sobre Vida Universitaria que convoca la UCO. Coincidiendo con el final de la Feria del Libro se ha presentado la duodécima edición y hace pocos días ha visto la luz el ejemplar que recoge los textos galardonados, hace unos meses, en la undécima a la que, como siempre, se han presentado originales procedentes de los más diversos rincones del mundo. Este año han superado los doscientos. Pero son cerca de dos mil los que han concurrido a él desde su inicio, lo que habla fehacientemente de la universalidad que anima la esencia de la institución. Y más concretamente de la infinita riqueza y variedad de las vivencias universitarias, amén de su inagotable capacidad para generar cualquier tipo de historia y de estructura narrativa. Sin duda una colección poco conocida pero muy atractiva por su calidad y singularidad.

En las páginas de este peculiar repertorio hay de todo: andanzas investigadoras, recuerdos desde el primer al último día de clase, batallas de alojamiento, lecturas, reencuentros promocionales, noches de estudio, lances de cafetería y biblioteca, evocaciones históricas, estancias en el extranjero, amistad, compañerismo… Y por supuesto amoríos con toda clase de combinaciones y finales. Cojan ustedes un conjunto de elementos que integre a profesores, profesoras, alumnos, alumnas y una amplia gama de terceros/as y hagan toda (repito, toda) clase de combinaciones. También abunda el relato de género (literario). Especialmente el policiaco. Qué mejor oponente a un diabólico profesor que su mejor alumno convertido en brillante detective tras su paso por las aulas. O el de la ficción científica con laboratorios que albergan actividades de insospechadas consecuencias.

Por supuesto no faltan los asuntos relacionados con Córdoba, que estos días recuerda la figura de Góngora con varias actividades y un más que interesante contenido expositivo, bajo los arcos de la Mezquita-Catedral, compartido con el Inca Garcilaso. Ambos viven también allí la eternidad. Pero… si una investigadora descubriera en un viejo archivo unos legajos en los que el que el canónigo y capellán real desvelase un asesinato achacado a otra persona ¿la creerían? Ella piensa que no. Así que mejor narrarlo en un relato y presentar éste al concurso de la UCO…. Asimismo las historias de libros y bibliotecas dan para mucho. Hasta para teoremas. Por ejemplo si una obra de Chéjov aparece en el primer acto de un drama sin duda habrá un asesinato en el tercero... Por no hablar de las emocionantes peripecias de un volumen de la Universidad Humboldt que logra salvarse de la quema nazi en la Bebel Platz en mayo de 1933.

No piensen que todo es hormona juvenil, y sabiduría senior. Los «intergeneracionales» son protagonistas de narraciones entrañables. ¿Se imaginan ustedes una abuela de 70 años exponiendo por primera vez un trabajo ante sus jóvenes y un tanto suficientes compañeros de curso? Y que entre ellos se encuentre su nieto y al final le diga entusiasmado ¡de p… m…. abu…! No existen limitaciones de edad a la hora de compartir los sueños.

Los primeros premios de este año nos traen materias de contenido social y un discurrir vital introspectivo por los años universitarios. Pero la actualidad hace que la próxima edición prometa. Yo imagino ya sistemas de empleo y pensiones temblando ante hallazgos revolucionarios sobre la eterna juventud o los viajes por el tiempo, maravillas cuánticas en torno a tesis que existen y no existen a la vez, experimentos en animales de laboratorio sobre los niveles de violencia en procesos de acción-reacción por equipos mixtos de universidades españoles y alemanas, o las posibilidades que abre la figura del curriculum mutante… Estoy deseando que llegue la Feria del Libro del año que viene y el volumen que redondee la docena.

* Periodista