A pesar del ruido de las soflamas propagandistas, a pesar de la superficialidad e inmediatez de las redes sociales, con sus miles de mensajes viscerales, manipulados o simplificados sobre cuestiones complejas; en el contexto del comienzo de una complicada campaña electoral, Córdoba se reivindica como una ciudad de encuentro y diálogo que quiere sacudirse su tradicional indolencia para encarar los grandes retos de nuestro tiempo, básicamente desde el conocimiento y desde la escucha activa.

En medio de ese discurso diseñado del miedo que ahora tanto aflora, y que tanto daño está haciendo a la convivencia presente y futura, con sus mensajes identitarios y excluyentes, de nosotros o ellos, «América Primero» o «Francia para los franceses»; y tras el preámbulo del día mundial contra el racismo y la xenofobia, celebrado bajo el lema «Aplacar y atajar el auge del populismo nacionalista y las ideologías supremacistas extremistas», que nos alertaba que la discriminación racial sigue sin estar recluida en los libros de historia, como señaló en su mensaje de este año la directora general de la Unesco, Audrey Azoulay, durante tres días nuestra ciudad ha sido sede de la IV edición del Congreso Córdoba Ciudad de Encuentro y Diálogo organizado por las Universidades de Córdoba y la Internacional de Andalucía.

Llevamos años dando vueltas, indica la UNIA, sobre el tema de las migraciones sin encontrar un espacio sereno de reflexión y sin encontrar una ruta de trabajo adecuada a una realidad que no podemos soslayar. Encontramos respuestas parciales, erróneas, cargadas de buenas intenciones o de rechazo interesado para fundamentar políticas espúreas muchas veces contrarias no solo al Derecho internacional, sino a las más elementales normas de solidaridad y humanidad. Necesitamos encontrar una hoja de ruta para afrontar una situación que no puede resolverse sola, ni con la violencia, ni mirando para otro lado, ni criminalizándola o negándola. El encuentro ha ofrecido, desde el prisma de diversos especialistas y protagonistas, la cruda realidad de la migración, con una visión seria, alertando y evitando el espacio a la mentira, la desinformación y las posturas políticas populistas, xenófobas y nacionalistas, que han encontrado en los migrantes nuevos argumentos para exaltar los instintos más irreflexivos de unas sociedades desorientadas por la radicalidad de los cambios de esta nueva globalidad. El testimonio de los protagonistas, como los congoleños Alain Diabanza y Nicole Ndongala, que llevaron a la indignación y estupor al denunciar los 8 millones de muertos silenciados con las guerras del coltán, o la respuestas luminosas como las políticas inclusivas y la ciudadanía por residencia esbozada por el catedrático Javier de Lucas, nos indican que otros caminos son posibles y necesarios para lo que es imprescindible, desde la seriedad y el rigor del conocimiento, el encuentro y el diálogo.

* Abogado y mediador