De los nueve millones de jubilados en este país no todos se dedican a manifestarse para defender sus pensiones o a ayudar económicamente a los hijos en paro o cuidar a los nietos. Como se ve, hay algunos militares en la reserva que les queda tiempo y salud para preocuparse por la patria. En tiempos de paz social y bienestar económico, el término patria se olvida un poco, pero se pone de moda en caso de guerra o cuando se mueve el independentismo. Entonces se agitan las banderas, la unidad de España es vertebral y lo de la democracia o la libertad son eufemismos. Si se cree que la democracia pone en riesgo esta unidad, si opciones independentistas ocupan escaños en el Parlamento y votan unos presupuestos de un Gobierno de izquierdas de fuerte contenido social (social-comunistas, les llaman ellos) la democracia está en peligro y, con ella, la libertad. Es así como piensan estos militares jubilados y se supone que estarían dispuestos a acabar con una y otra, no en las urnas, sino manu militari, que es su oficio. La política no es lo suyo. (Lo de fusilar a 25 millones de compatriotas es una memez que no se la cree ni el memo que lo dijo). El teniente general Emilio Pérez, uno de los firmantes del manifiesto, lo expresó con una franqueza inusual: «Estamos a favor de la democracia que nos proporcionó Franco». La democracia a que se refiere es lo que se denomina en todo el mundo dictadura. Habrá gente que se hayan olvidado de lo que es una dictadura o no la hayan conocido, pero recordemos que es justamente lo contrario de la democracia. ¿Quiere la gente vivir bajo una dictadura? Habría que preguntárselo. Eso es la democracia. Hitler llegó al poder por ese procedimiento y degradó al hombre al nivel de las bestias; Franco por un golpe de estado y una guerra civil, cuyas secuelas aún estamos padeciendo. Y es histórico que los españoles, muy mayoritariamente, cuando pudieron votar en democracia, repudiaron la dictadura de Franco y al franquismo. Es decir, condenaron el gobierno totalitario de unas élites oligárquicas extractivas. Por ello, no me sorprende que Vox considere a estos militares gente suya y otras voces de derechas les comprendan. Lo que me sorprende es que, excepto algunos que anduvieron en conspiraciones, durante 40 años estos jubilados han tenido mando en plaza, y yo me pregunto: ¿Qué democracia los ha alimentado para que hayan estado enroscados como las serpientes en su nido?