Cuando la plantilla de una empresa hace huelga bien sabe que algo le cuesta. De momento, el sueldo de cada jornada que mantenga su protesta. Ahora apenas se ve algo así en la España de la precariedad, esas plantillas solidarias que aguantan el pulso al empresariado. Solo alguna huelga de funcionarios y empleados de empresas públicas (las de Renfe son muy sonadas, pues aprovechan los días de puente o vacaciones), a los que no hay que quitarles el mérito ni olvidar que con la huelga están perdiendo dinero, pero sí convenir en que su oposición declarada a la empresa no va a costarles el empleo.

Ahora, la joven muchachada de las universidades catalanas plantea la huelga en contra de la sentencia del procés, pero, claro, no quiere pagar su coste. Su coste debería ser exámenes sin hacer, contenidos sin aprobar y créditos no conseguidos. Pero, qué va. Parte de la patronal, en este caso los dirigentes de esas universidades, ha decidido que estas preciosas criaturas tengan luego oportunidad de ponerse al día en un pis/pas (si hay médicos, por favor, que les pongan una etiqueta para que en el futuro sepamos quiénes son antes de ponernos en sus manos) y todo a mayor gloria de la patria catalana. Ya hay una plataforma recogiendo firmas para decir, entre otras obviedades, que las universidades no son quiénes para hacer pronunciamientos políticos en nombre de toda el alma mater. También hay algún alumno que intenta entrar a clase (esos son los valientes, no los que luego, luciendo pasamontañas, le pegan patadas a las papeleras) y profesores que se oponen a esta dictadura del pensamiento único. ¡Qué triste, el pensamiento único en las instituciones que deben distinguirse precisamente por ser centros de debate y de libertad!

Pero no nos perdamos. Aquí lo que se quiere señalar es la educación que se les da a los chicos y chicas, para los que nada tiene un coste. ¿Que quieres pasar el curso de vaga y manifa? Pues no te preocupes que ya te ayudaremos con el aprobado. No vas a ser como el obrero que aguantaba dignamente aunque no tuviera el pan que llevar a casa. Esto es otra cosa, una protesta alegre, de las sonrisas -y los golpes, y las coacciones-, que sale gratis. Con lo que sudó Rambo subiendo escaleras… Pero es más cómodo que te regalen la gloria antes que alcanzarla a pulso, y con el anzuelo de que luego les pasarán la mano los adultos consiguen multiplicar los adeptos a la causa. Pues, nada, chicos, si pensáis que esos rectores os van a resolver el futuro, adelante. Luego, la vida es mucho más que los exámenes de enero.