Los ciudadanos asistimos impasibles a la falta de educación, respeto, tolerancia y buenos modales que los políticos estan proyectando sobre la sociedad española. El insulto y la descalificación están a la orden del día, han recuperado la terminología fascista, golpista,como si de un Estado bananero se tratara, y tratan (exclusivamente por intereses particulares) de trasladar a la calle dicho enfrentamiento. Han olvidado,o no han conocido el esfuerzo que supuso la creación de una nueva Democracia en España y el precio que se ha pagado para conseguirla. El talante de la política en el momento actual es descorazonador. Ofrece a las generaciones que tienen que recoger el testigo para dirigir el país una imagen distorsionada de cómo se debe conducir una Democracia, en donde las ideas y el discurso de la razón han sido pisoteados una y otra vez, y la información veraz en la vida pública, así como en los «medios» está dando paso al adoctrinamiento en beneficio de ideologías sectarias y radicalizadas. Los valores tradicionales están ridiculizados y en muchos casos tachados de actitudes «facistoides». Libertad, palabra magica, usada y gastada hoy día, la mayor parte de los que la usan no saben a lo que compromete.