Mucho se está hablando de las inmatriculaciones de la Iglesia y de hacer público nuestro más emblemático edificio mundial, la Mezquita-Catedral. Es decir: quitárselo a la Iglesia de golpe y plumazo y de forma dictatorial. Parece ser que en nuestra ciudad no hay otro problema para nuestro Ayuntamiento. Crear trabajo y atraer empresas para acabar con el paro e invertir en prosperidad no es lo prioritario para esta corporación municipal. Al parecer, lo supérfluo es lo más importante, como por ejemplo, el cambio de nombres de calles. Por cierto: se prometió el arreglo de la parte alta de las Esparterías. ¿Para cuándo, señores concejales? Volviendo al tema de la Mezquita-Catedral, esta lleva funcionando toda la vida en perfectas condiciones, con una buena gestión de la Iglesia. ¿A qué viene cambiarla de titularidad? Puede que, al hacerlo, la dejen abandonada como está ocurriendo con otros lugares públicos. ¡Por favor, recapaciten ustedes! Empleemos el tiempo en cosas importantes de la capital. Nunca en asuntos banales e innecesarios.