El día 8 de los corrientes, el que suscribe se encontraba circulando sobre las 17,30 horas por la Autovía A-4, en dirección a Córdoba. Al llegar a la altura del Centro Penitenciario, y , más concretamente en el carril de aceleración existente en dicho punto para permitir la incorporación a dicha autovía, se me cruzó un perro de color negro. Gracias a que iba a poca velocidad, unos 90 km./h., ya que estaba cayendo un buen aguacero, pude frenar y avisar al mismo tiempo con los intermitentes de emergencia a los vehículos que venían detrás de mi. El citado can se introdujo detrás del quita miedos del carril izquierdo, por lo que mi primera reacción fue detener mi vehículo en el arcén existente en el carril de aceleración citado anteriormente. Dicho animal al ver que me bajaba del vehículo vino hacía mí, cruzando de nuevo la calzada con el consiguiente gran peligro de haber sido atropellado. Como quiera que el mismo llevaba collar lo pude coger, observando al mismo tiempo que había un segundo perro en el mismo lugar.

Dicho can atravesó la calzada y se dirigió hacía mí, momento este que aproveche para cogerlo, ya que también tenía collar. Ya con los dos perros seguros llamé por teléfono a la Central Cos, de la Comandancia de Córdoba (identificándome como sargento 1ª de la Guardia Civil, en situación de retiro), al objeto de que se personarse una patrulla y se tomaran las medidas necesarias. El primer operador me comunicó que la patrulla de tráfico había ido a un incidente con un tráiler, que había hecho la tijera a la altura de Pedro Abad. pero que trataría de mandar a alguna patrulla.

Transcurrida una media hora y al comprobar que nadie aparecía volví a llamar a la citada Central, fui atendido por otro operador el cual me comunicó que no había personal disponible por falta de recursos, que la Guardia Civil no recogía animales vivos y, que ya habían entrado otras llamadas alertando sobre los perros. Ante esto, y ante la evidente falta de profesionalidad que dicho operador estaba exhibiendo, decidí introducir a los citados canes en mi coche y trasladar los mismos a Sadeco. Pero lo que más me indigna de este hecho lamentable es que ese agente de la Guardia Civil se tomase tan a la ligera los hechos narrados, a pesar de la situación de extrema peligrosidad. existente.

Pero, por lo menos, esa noche me acosté con la satisfacción de haber salvado dos vidas de animales no humanos.