Ya se sabe, las comparaciones son odiosas, siempre. Y las sentencias judiciales, no iban a ser menos. Pero a la vista de los acontecimientos, es inevitable:

«Violador múltiple de Málaga». Delito: 13 agresiones sexuales y 11 intentos que no llegaron a consumarse. Condena: 271 años de prisión, de los que cumplirá como máximo 20 años. (Tras cumplir 17 años en varias prisiones, se le ha concedido el tercer grado porque «existe bajo riesgo de reincidencia»).

«Manada de Manresa». Delito: Abuso sexual a una niña de 14 años que había consumido alcohol y drogas, y se encontraba «en estado de inconsciencia», por lo que los acusados no tuvieron que usar «violencia o intimidación». Condena: 12 años a dos de los acusados, y 10 años a otros tres. Absuelve a otro y a un séptimo que había sido juzgado por un delito de omisión de socorro.

«Caso Arandina». Delito: Agresión sexual a una menor de 15 años. Condena: 14 años por el primer delito más 12 años por cada uno de los otros dos delitos (cooperadores de agresión sexual). En total, 38 años cada uno, a los que añadir una indemnización fijada de 50.000 euros.

Vaya por delante que, expresando mi opinión, no pongo en duda el testimonio de ninguna de las víctimas. En cada caso, el fallo jurídico ha sido proclamado asentándose sobre una base legal. Un entramado de leyes que se me escapan, como a muchos otros ciudadanos. Pero visto lo visto, me pregunto: Una justicia que, según el juez y el día, «disfraza» un mismo delito de otra cosa, ¿es realmente justicia?