En este régimen de partidos sin separación de poderes, los ciudadanos estamos tan atrapados como con Franco. Ya han ido los «inocentes» andaluces a votar unas listas cerradas y bloqueadas que como siempre hace la casta política, a sus espaldas. Pero ahí no termina el engaño. Porque si a dicha casta no le gusta lo que ha votado el pueblo, como suele ocurrir; se reúnen entre ellos y se cambian los votos tantas veces y con tantos sean necesarios; hasta que salga lo que a ellos les interesa y les dé la gana. ¡Y punto! Pero la culpa la tiene el pueblo que con sus votos, se presta a este indecente trilerismo político.