Cómo padeció Dante en La Divina Comedia, el camino al infierno no es un trayecto corto, no es una caída repentina que te sume en lo más profundo, es un camino largo, abrupto y tortuoso, en el que, cuando parece que lo has abandonado, no has hecho más que adentrarse más y más. El Madrid vuelve a llegar a enero con la Liga pendiendo de un hilo, como casi siempre en la última década (2 títulos de 10), mientras las nubes se arremolinan en torno a un futuro incierto.

En el porvenir más inmediato se atisba la llegada de Brahim Díaz, otro joven talentoso al que no se le puede exigir una irrupción que cambie la dinámica del equipo. Además de los goles, con Ronaldo el Madrid perdió el liderazgo, la mentalidad, a veces exagerada, de creerse los mejores.

La reacción del vestuario

El cántico a la heróica del vestuario blanco tras otro partido lamentable roza el esperpento. Parece que los jugadores del Madrid confían en que el éxito reiterado contra pronóstico que han disfrutado en los últimos años se va a mantener invariable, pese a todo. El equipo está cumplindo la parte fácil, la de ser irregular en Liga, de un patrón que ya parece exprimido; con la primavera llegará la obligación de ganar y entonces se revelará la condición real de la plantilla después de Zidane y Ronaldo.

El Madrid es como un viejo video Beta para el que ya no se fabrican cintas, y pasa la vida reproduciendo una y otra vez la misma historia, esa en la que el debate, a una vuelta de acabar la Liga, es si el equipo ha renunciado ya al título o todavía alberga la esperanza de protagonizar una remontada histórica. Fue la vanguardia, en algún momento, pero su obsolescencia le atrapa sin remedio.

Otro problema para Bale

En el mercado no encuentra recambio a las piezas que ha perdido, y las que tiene están lejos de tener la fiabilidad y la consistencia mínima exigida. Bale volvió a tener que ser sustituido por un golpe, en medio de otra temporada estrechamente marcada por las lesiones. Entre golpes, molestias y sobrecargas, el galés transmite la ansiedad de quien sabe que está agotando su última oportunidad sin reivindicarse.

El discurso de Solari empieza a ser cada vez menos defendible, entregado a la negación, la generalización y las excusas vagas. Tras la ignominiosa segunda parte en Villarreal, el técnico argentino se excusó en la falta de velocidad por la baja de Bale y en la enfermedad de Modric. Lo que no explicó es por qué eligió a Isco (en vez de un jugador rápido como Vinicius) y qué no consiguió con la entrada del malagueño al descanso; tampoco por qué el croata forzó para ser titular, enfermo, en un partido de Liga ante el penúltimo clasificado, cuando las rotaciones van a llegar forzosamente a un equipo que espera jugar dos partidos por semana en lo que queda de mes.

Modric parece extenuado, parece haberse quedado vacío tras su temporada de consolidación absoluta en la historia del fútbol, pero no es el único, Kroos no mejora a su compañero en la medular y Marcelo sigue sumando malos partidos. Los problemas del lateral, más allá del espacio a su espalda cuando ataca, se multiplican. Ante el Villarreal no tuvo el peso en ataque que necesita el equipo y se vio superado en defensa posicional ante la velocidad del Villarreal.