La Comisión Europea ha impuesto una multa de 1.490 millones de euros a Google. Otra más. El gigante de internet suma más de 8.000 millones en sanciones de Bruselas. Esta vez se debe a que, en la gestión de los anuncios vinculados a las búsquedas en la red, Google practicaba lo que los técnicos denominan «abuso de posición dominante», ya que primaba las inserciones contratadas a través de su propia empresa de gestión publicitaria. La misma Google abandonó esta práctica cuando se inició el procedimiento sancionador, por lo que se espera que acate la sanción. Las relaciones entre Europa y Google, igual que con otros gigantes digitales norteamericanos, no son nada fáciles. Chocan por la fiscalidad, por la protección de los datos de los usuarios y por las prácticas monopolísticas. Google se sabe fuerte en esta guerra porque sus servicios se han convertido en imprescindibles para millones de usuarios, así como empresas e instituciones. Pero la UE no da su brazo a torcer porque le corresponde tanto la defensa de la libre competencia como de los derechos de los consumidores. Las sanciones son ejemplarizantes pero el futuro debe ser otro, hay que regular el mundo digital de acuerdo con los principios del Estado de derecho. Más que una enconada batalla entre Europa y EEUU, lo que los consumidores y las empresas necesitan es que la UE lidere un proceso global de regulación razonable adaptada a la realidad digital.