La elección de Rafa Navarro para el centro del campo del Córdoba en el partido del pasado domingo, en el Carlos Tartiere frente al Oviedo, fue sorpresiva. Nunca durante toda la temporada Vallejo, Carbonell y Alfaro habían jugado los tres juntos de inicio.

De hecho, Carbonell -que llegó en el mercado invernal- y Alfaro solo habían coincidido antes en el campo durante 23 minutos del partido de Extremadura -jornada 29- y en 14 minutos de la jornada 33, en la derrota por 1-0 en Elche.

Luis Muñoz, a la defensa

Fue una medular extraña, presa de las circunstancias y de los vaivenes que vive este Córdoba en muchos niveles, también en el deportivo. Bodiger cumplió sanción por ciclo de tarjetas amarillas y el entrenador Rafa Navarro decidió mantener a Luis Muñoz en el centro de la defensa, donde acabó jugando en los últimos compases de la sonrojante derrota una semana antes, frente al Lugo. Navarro optó por el cambio natural de Vallejo en el lugar de Bodiger, pero colocó a Carbonell junto a él en una especie de doble pivote con Alfaro más adelantado. Un trivote improvisado que duró poco tiempo, en concreto 28 minutos.

Andrés Martín empezó el partido como único punta que debía pelear con hasta tres centrales carbayones

Fue el tiempo que tardó en romperse Jaime Romero y en salir al campo Piovaccari. El Córdoba ya perdía 2-0 presa de sus problemas en defensa, perennes toda la temporada e independientes a los entrenadores -hasta tres- y a los centrales y laterales elegidos. La falta de oficio de Carbonell, unida al nulo balance defensivo de Jaime Romero y De las Cuevas, permitieron que los laterales del Oviedo subiesen casi sin oposición la banda. Ibra, un quebradero de cabeza constante para Chus Herrero, remató a gol primero y asistió a Saúl Berjón después en los dos tempraneros tantos del equipo carbayón.

La salida de Piovaccari

La salida de Piovaccari hizo que la disposición táctica del Córdoba de Navarro mutase. Andrés Martín ya no era un jabato que peleaba en solitario, sin cuerpo ni capacidad de jugar de espaldas, ante los tres centrales del Oviedo. El ariete italiano fijó mejor a los defensas y permitió que Andrés corriese más libre. Carbonell se pegó más a la banda izquierda. Piovaccari se fajó bien al espacio y se entendió bien con Andrés, algo bastante habitual. De una asistencia del joven delantero sevillano llegó el 2-1 anotado por Federico, que aguantó en el campo hasta que en el minuto 75 fue sustituido por Javi Lara. Diez minutos después Carbonell había sido relevado por Álvaro Aguado y el Córdoba acabó con un centro del campo muy distinto al de inicio. Vallejo siguió de ancla en el pivote con De las Cuevas y Aguado de volantes, Lara en la izquierda y Alfaro de enganche. El onubense finalizó con problemas físicos el partido y podría haber sido sustituido. Una decisión, la de dejarle en el campo, difícil de comprender.

Al final, el 3-3 hizo justicia a un partido en el que el Córdoba mostró garra y compromiso pero solo cuando el marcador ya iba 2-0. Un resultado final que no fue mejor por el centro del campo elegido, por los errores atrás de cada semana y por el nivel físico general del equipo. Un aspecto, ese último, que nunca será lo suficientemente mencionado. Porque cuando este equipo compite de verdad, varios de sus jugadores finalizan tocados o directamente lesionados los encuentros.