Ivan Rakitic y Sergio Ramos han caído en la misma semana. Coutinho, Umtiti, Vermaelen y Sergi Roberto han sufrido lesiones musculares. Como sus colegas Marcelo, Casemiro, Carvajal, Modric, Kroos, Nacho y Varane, que han pasado por la enfermería de Valdebebas. El Barça tiene diez puntos menos que en la pasada Liga y el Madrid tiene cuatro menos y ocupa el sexto lugar (era tercero), algo insólito. El Mundial pasa factura.

No existe un documento, que se conozca, que relacione directamente la disputa de un Mundial, una Eurocopa o una Copa América para justificar un descenso de rendimiento o un mayor índice lesional en los equipos. Pero las consecuencias se ven y se sufren.

«Hay más sensaciones que datos objetivos, pero es evidente que se nota», sostiene Juan Carlos Unzué, exentrenador del Celta y segundo entrenador de Luis Enrique en el Barça (2014-17). Ernesto Valverde y, ahora, Santiago Solari, lo refrendan.

UN PROBLEMA DE LA ÉLITE

El Barça y el Madrid son de los clubs más afectados, por haber sido dos de los que más internacionales aportaron al torneo (14 y 15, respectivamente), por detrás del Manchester City. El equipo de Pep Guardiola no acusa las repercusiones, con la salvedad del belga Kevin de Bruyne, pero sí el Chelsea, el Tottenham o el United. El mal se extiende a los principales clubs de la élite, como el Bayern, lejos del liderato. Y lo pagan los futbolistas por la saturación (y ampliación) del calendario y su mayor extensión. El mejor ejemplo está en Francia, el campeón del mundo.

Ocho internacionales franceses, dos belgas y uno croata se pasaron un año entero entrenando y jugando partidos. Prácticamente sin parar. Todos, pertenecientes a clubs franceses, estaban en la final de Rusia el 15 de julio. Los dos belgas jugaron el día 14. La Liga había empezado el 4 de agosto del 2017, con lo que se colige que alrededor de mediados de julio ya estaban entrenando. La Ligue 18-19 comenzó el 10 de agosto.

De los once, el belga Youri Tielemans (21 años) disputó la primera jornada con el Mónaco en su victoria en Nantes (1-3). La única del equipo monegasco. Su compañero Djibril Sidibé aún no estaba listo. El portero croata Daniel Subasic no fue convocado. El otro belga, Thomas Meunier, se sentó en el banquillo del PSG. Sus compañeros Kimpembe, Mbappé y Areola no jugaron. Tampoco sus compatriotas Rami, Thauvin y Mandanda (Olympique Marsella). Ni Nabil Fekir con el Lyón. Ni Lemar, que dejó el Mónaco para ir al Atlético con Griezmann.

MÍNIMO, TRES SEMANAS

Tres semanas habrán tenido de vacaciones entre una temporada y otra. El tiempo indispensable, según los expertos, para que el cuerpo y la mente descansen. “Un Mundial, como mínimo, te condiciona el inicio de la siguiente pretemporada”, afirma Unzué, sobre la progresiva incorporación de los internacionales a sus plantillas en función de lo que hizo su selección. Rakitic solo se había perdido tres partidos por lesión en cuatro temporadas. El jueves sufrió una elongación. Finalista en el Mundial, puede perderse tres partidos de golpe.

Bien lo sabe Unzué de su etapa en el Barça y bien lo sabe Carles Puyol, un jugador ejemplar en capacidad y fuerza física al que acabaron retirando las lesiones. Una, en concreto: el desgaste de los cartílagos de las rodillas. Ambos coinciden en aludir a la especie de futbolista que está en forma a través de la competición. Son «los jugadores de élite que están acostumbrados a jugar miércoles y domingo», a diferencia de los que participan por la clasificación eventual de su club un año solo.

«No puedes estar jugando una final cada tres días, tienes que parar, necesitas un tiempo para recuperar», reconoce Puyol del desgaste que acaba mermando a sus colegas, sea del Barça o de cualquier otro equipo de ese nivel. Pero, a su juicio, por la experiencia acumulada de 15 temporadas en la primera línea, el agotamiento «es más mental que físico».

MÁS PREPARADOS QUE NUNCA

«La metodología tiende a aproximar el trabajo del entrenamiento con las situaciones de partido, empezando por los rondos, los juegos de posición, las posesiones… Hay más contacto con el balón, contacto entre los futbolistas y, en consecuencia, más riesgo de lesión», explica Unzué, que añade la carga psicológica del propio juego, a diferencia de otros deportes: «El futbolista no sabe qué va a hacer al cabo de dos segundos».