Si desde el aspecto institucional y de comunicación el Córdoba tuvo un grave problema, iniciado ya en pleno verano, deportivamente la cosa no fue mucho mejor. Los problemas, encadenados unos a otros, determinaron que el club blanquiverde iniciara la Liga con el tercer límite salarial más bajo de la categoría y, tras el mercado invernal, quedó como el último de los que aún quedaban en liza. Así, antes de iniciarse la competición ya había cambiado de entrenador, el club reconoció posteriormente que el regreso de Sandoval tuvo más condicionantes sociales y anímicos que deportivos y el equipo, mientras tanto, nunca dio muestras de compromiso. Faltaba algún hombre de jerarquía, tanto futbolística como de ascendencia en el vestuario, el equipo mostraba una falta de madurez alarmante y la escasez de carácter y de competitividad hizo el resto. Los movimientos en verano, limitadísimos, y con hombres en el plantel a disgusto dieron paso a un mercado de enero en el que se debió hacer algo más si la operación Guardiola-Aguado se hubiera cerrado antes.

FRENAZO Y MARCHA ATRÁS

CAMBIO DE PLAN / El primer problema fue el cambio obligado de plan. Nada más terminar la temporada, en apenas las primeras 72 horas de vacaciones, el club ya había decidido que el entrenador no seguiría y había insinuado a varios jugadores que no continuarían en el plantel. Días después, media docena de futbolistas parecían tener claro que tendrían que salir, aunque alguno que terminó yéndose en el mercado invernal de fichajes lo veía con buenos ojos. El terremoto del límite salarial deportivo obligó al frenazo y marcha atrás, con lo que algunos de esos jugadores comprobaron que el club mantenía los contratos por obligación no por elección. El único que veía con buenos ojos su salida generó una disputa que afectó también al resto del vestuario. Además, el plantel debía completarse con fichas sub 23 y con jugadores por el mínimo salarial o poco más. Así, la tabla salarial no se correspondía con la realidad: contratos firmados meses o años antes nada tenían que ver con la situación que vivía la entidad. Además, esas fichas más altas tampoco se correspondían con el rendimiento deportivo. Ya antes de la finalización de la 2017/18 el propio Oliver avisó de que «había que ajustar fichas al rendimiento deportivo». El director deportivo, Rafa Berges, apenas tuvo maniobrabilidad para firmar jugadores de filiales o por hacer y, como mucho, algún futbolista en paro o con mercado de Segunda B. Económicamente, el Córdoba no podía competir.

JUVENTUD/EXPERIENCIA

DIVINO TESORO, HASTA UN PUNTO / Más allá de las dudas generadas en el inicio de temporada hasta por la preparación física del equipo, que no convencía, el devenir de la Liga extrajo también una conclusión: la mayoría de hombres más destacados eran los que menor ficha cobraban y, generalmente, los más jóvenes, pero también con la consiguiente irregularidad. Los hombres con más experiencia, los de fichas más altas no consiguieron nunca traducir esa teórica jerarquía sobre el papel en el campo. Carlos Abad -en la primera vuelta-, Luis Muñoz, Álvaro Aguado -hasta la lesión-, Blati Touré en contados partidos o Andrés Martín. Todos han tenido alguna época, más o menos corta, más o menos consistente, en la que han mostrado cierto nivel. Pero siempre han echado de menos en el equipo a alguien con madurez (no necesariamente unida a la edad), responsabilidad, esa locomotora o banderín de enganche que tienen todos los equipos. Javi Galán nunca superó el no del club a la UD Las Palmas para su salida. Aythami Artiles se transformó en un grano a todos los niveles, Jovanovic no terminó de despegar y la única salida para intentar apuntalar al equipo fue el mercado invernal de fichajes. Aunque habría que pelearse con LaLiga. El Córdoba era una mezcla de juventud y experiencia, pero también de irregularidad y falta de responsabilidad. No siempre la juventud es un tesoro ni la veteranía, un grado.

RETRASO SIN PELEA

PUESTOS FUNDAMENTALES / El retraso en la operación Guardiola-Aguado (más por el jiennense que por el jumillano y algún día saldrán los detalles) influyó en el mercado de enero. También en la incapacidad para negociar e intentar modificar mínimamente los parámetros de LaLiga. Además, el cierre de aquella operación a pocos días del final del mercado dejaba a las claras que no se iba, tan siquiera, a poder negociar. Sí se consiguió traer experiencia y cierto carácter para el centro de la defensa, con Chus Herrero y Miguel Flaño, pero las lesiones les han impedido rendir hasta ahora. También se intentó por todos los medios firmar un mediocentro defensivo puro, pero la negociación con LaLiga volvió a fallar. Las intenciones de la dirección deportiva estaban claras: intentar por todos los medios que el equipo tuviera al menos cierto nivel defensivo por dentro, ya que además de los referidos centrales también tenía un acuerdo con Abdullah y antes había hablado con Osede (hoy en el Numancia). No hubo opción, siquiera, a traer a un lateral derecho. Sí se mejoraba algún puesto, pero a todas luces el apuntalamiento quedaba incompleto. De nuevo había que apelar al carácter, al compromiso, a la toma de conciencia por parte del vestuario de todo lo que se jugaba el club y la propia ciudad en la primera mitad del año 2019.

¿Y AHORA?

SE QUEDAN POQUITOS / El discurso en el club es el de apurar todas las opciones, por imposibles que parezcan. En cualquier caso, sería la salvación también para los contratos de no pocos jugadores, ya que si finalmente este Córdoba cae, como así parece, a Segunda División B, la limpia en la plantilla será absoluta. Como mucho, media docena de jugadores se mantendrían en un plantel que tendría que nutrirse de no pocos futbolistas con experiencia en la categoría y otros con proyección.